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Estoy pendiente de esa pobre señorita... pensando en lo que puede sucederle. Y no entiendo de política...; no se ría usted..., no entiendo. Sólo entiendo de decir misa; y el caso es que no la he dicho hoy todavía, y mientras no la diga no me desayuno, y el estómago se me va.... Aplicaré la misa por la necesidad presente.

Una lucha á aquella serie no interrumpida de vejaciones y de infamias, sufridas por su enemigo con la paciencia inalterable de un hombre que se da cuenta del peligro de que ha escapado y que se dice: "Habiendo evitado tal desdicha, puedo soportarlo todo con resignación." ¡Al fin, la señorita Guichard le permitía vivir!

Pues es lástima contestó el vasco, mientras Lucía le miraba risueña . Harían ustedes una pareja, que ya, ya.... Ni escogidos. Sólo que la señorita.... Acabe usted suplicó Lucía, divertida hasta lo sumo y ocupada en quitar a una mandarina su cubierta de papel de seda. ¿Lo digo, señorito Ignacio? Artegui se encogió de hombros. Sardiola, creyéndose autorizado, se explayó.

Cuando murió Tellagorri, Catalina de Ohando, ya una señorita, habló a su madre para que recogiera a la Ignacia, la hermana de Martín. Era ésta, según se decía, un poco coqueta y estaba acostumbrada a los piropos de la gente de casa de Arcale. La suposición de que la muchacha, siguiendo en la taberna, pudiese echarse a perder, influyó en la señora de Ohando para llevarla a su casa de doncella.

Herminia se dejaría morir de hambre, se ahorcaría con sus cabellos, se arrojaría por la ventana, alborotaría todo el barrio, mejor que seguir por segunda vez á la señorita Guichard. El negocio está perdido, absolutamente perdido. Clementina está derrotada en toda la línea ... ¡Falta saber cómo tomará la cosa!

A este programa continuó el sabio , siguen, como usted ve, unos versos, tontos y malos, como todo lo que pueden escribir estos majaderos villavejanos; a los versos, un sueltecillo sobre policía urbana; al suelto, más versos, detestables también; y así alternando versos chabacanos con gacetillas mías, concluye la tercera plana, y comienza la cuarta con esta noticia que voy a leer a usted, y dice así: «Percance grave: El jueves último salieron a voltejear fuera de la bahía, como lo tienen por costumbre, en un balandro de recreo, un joven muy conocido, de esta población, y una linda y elegante señorita forastera que reside en sus inmediaciones.

La toma de hábito de la señorita de Elorza, aunque esperada desde hacía algún tiempo, no por eso dejaba de impresionar profundamente. ¡Una joven tan rica, tan bella, tan lisonjeada por todo lo que el mundo tiene de risueño y apetecible! Interminables comentarios se hacían por aquellos días en las tertulias de las tiendas. ¿Pero no decían que estaba ya arreglada la boda con el marquesito?

En resumen; seguro no sabes nada. ¡Si quedrá usted que le traigan a la señorita ya mansa y conforme!... ¿Tié usted más que buscar a esos estanqueros, y ponerse al habla con ellos y que desembuchen la verdad?

Una palabra, sea, dijo la señorita Guichard, pensando que, después de todo, un ruego de Herminia activaría la sumisión de Mauricio. El pobre muchacho está tan mal aconsejado que sería capaz de no venir. ¿Lo cree usted? Lo creo todo mientras Roussel esté cerca de él. ¡Ese hombre es su genio malo! Saltó, dejando á su sobrina entregada á sus reflexiones. El plan que había formado era muy sencillo.

Como hoy mismo voy a presentarte a esas inocentes, sería inútil ocultarte que tan aventajada criatura es la señorita de la Treillade, y no parece de más advertirte que esta mañana precisamente, me la recomendaba, tía cual un modelo de todas las virtudes... Verdad es que añadía que era muy instruída... en lo que, como has visto, no se equivocaba... Cuando pienso que tal vez me hubiera decidido por ella, siento escalofríos... Ahora comprenderás por qué razón he prescindido de todos los principios de la delicadeza ante la idea de darme exacta cuenta sobre los principios de esa señorita... Diríase que la suerte me ha presentado la ocasión de juzgarla... Te aseguro que no me arrepiento de mi falta... ¡Vamos a almorzar!