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La Policía hace entrar sus satélites a la habitación misma de Quiroga en persecución del huésped de la casa, y Facundo, que se ve tratado tan sin miramiento, extiende el brazo, coge el puñal, se endereza en la cama donde está recostado, y en seguida vuelve a reclinarse y abandona lentamente el arma homicida.

Nervio principal del poder de los reyes, y ciegos instrumentos de sus venganzas, los egércitos disfrutaban de la impunidad con que suele recompensarse esta clase de servicios, y ninguna barrera era capaz de contener el brazo de esos indómitos satélites del despotismo.

Núcleos y cabellera, colas.= Además del Sol, los planetas y sus satélites, el sistema solar comprende un número bastante considerable de astros que se mueven alrededor del foco común; pero que se distinguen de los planetas, sea por la naturaleza de sus órbitas, sea en caracteres físicos particulares. Estos astros son los cometas.

¡Has hecho un párrafo que bien podría figurar en un tratado de psicofísica! le dijo Ricardo. Mejor estaría en el libro de tus memorias, cuando las escribas. ¿Tan cierto estás de mi conversión? Como que estoy viendo a Júpiter; fíjate qué maravilla dijo Melchor, señalando al astro. Realmente exclamó Lorenzo; qué bueno sería tener aquí un telescopio para observarlo y ver sus satélites. ¡Ah!

Ya veremos cómo sin peligro ni escándalo se les da suelta cuando sea de día. Aquellos dos formidables satélites, escuderos de donna Olimpia, y que ella traía siempre consigo para imponer respeto y tener a raya a los insolentes, sobre todo, cuando eran spiantati, oído el mandato de su señora, tomaron en volandas a Pedro Carvallo y se le llevaron al desván con delicadeza y esmero cuidadoso.

Solicitamos también de V. M. que despache media docena de vuestros satélites, para que busquen á D. Juan de Alarcón y le recomienden que no olvide el Parnaso por América, sino que escriba muchas comedias iguales á La verdad sospechosa y al Examen de maridos, obras ambas de un consumado maestro.

Eso que nos aparece como un poco de polvo blanco, como leve imperceptible vapor, es una nebulosa: millones de soles tan grandes y mayores que el nuestro la forman, escoltados por una legión de planetas y satélites que respiran y beben su aliento. Y esta nebulosa no es más que una provincia del éter. Más allá hay otras, y otras, hasta el infinito.

Desde allí, ora salía D. Fruela con buen golpe de gente a caballo para penetrar en tierra de moros y talar y saquear cuanto podía, ora embarcaba a sus satélites en algunas fustas y galeras de su propiedad, e iba a piratear o a dar caza a otros más crueles piratas que infestaban aquellos mares e invadían y asolaban a menudo las costas de España: eran los idólatras normandos de Noruega y de la última Tule.

Los unitarios más eminentes, como los americanos, como Rosas y sus satélites, estaban demasiado preocupados de esa idea de la nacionalidad, que es patrimonio del hombre desde la tribu salvaje y que le hace mirar con horror al extranjero. En los pueblos castellanos este sentimiento ha ido hasta convertirse en una pasión brutal capaz de los mayores y más culpables excesos, capaz del suicidio.

Pasó un cometa por junto á la última, y se tiráron á él con sus sirvientes y sus instrumentos. Apénas hubiéron andado ciento y cincuenta millones de leguas, se topáron con los satélites de Júpiter.