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Otros dos seres, ciegos y feroces, ensáñanse con el fruto de sus entrañas, haciendo una guerra cobarde á las hembras preñadas; hablamos del cachalote y del hombre. El hombre la hace sufrir más tiempo, pues la sangra, y golpe tras golpe hiérela bárbaramente. Dura en la muerte, en su dilatada agonía la pobre tiembla, hace desesperados esfuerzos y se queja lastimeramente.

He visto a ese desgraciado que ahí queda infligírselos por un impulso fatal. Mi espíritu sangra y no comprende nada. ¡Glorioso sol, arrástrame contigo; condúceme al templo de la Verdad y la Bondad infinitas, a la morada de ese Poder en cuyo seno divino todas las contradicciones se resuelven, todos los dolores se apagan!

Hemos triunfado en el campo, donde todavía se conservan las venerandas tradiciones de nuestros mayores; donde el médico, no contaminado por teorías extrañas, sangra buenamente a sus enfermos, igual que en tiempo de nuestros abuelos; donde el pobre se resigna a ser pobre como el rubio se resigna a ser rubio; donde el cura prohíbe que se baile el agarrado y que se lean los periódicos liberales, y donde se respeta el orden, la propiedad, el clero y la Guardia civil.

Con mayor furia todavía, tomó el sombrero y empezó a despedazarlo con gran coraje, pero, he aquí, que encontró, entre el forro y la copa, algo duro, una piedra, efectivamente, más grande que un huevo de gallina, aunque no tanto como uno de avestruz; era roja como la sangra de un pichón y brillaba al sol de una manera sorprendente. Era nada menos que un rubí.

El estado general que en los niños se confunde muy fácilmente con el que caracteriza á otras enfermedades, presenta síntomas que diferencian al mercurio del borax. En este, hay ardor y sequedad en la boca, que sangra fácilmente; en el mercurio, aftas confluentes y salivacion.

Entonces recibí tantas y tan calurosas protestas de interés, que me conmoví, Blasillo. Bien pronto el círculo se engrandeció, y todos quisieron oírme contar mi desgraciada existencia. Yo me presté a ello; siempre es dulce hablar de sus desgracias a quien las compadece, y hay en ello como una miserable coquetería que impulsa a decir: Ved cómo mi herida sangra aún.

¡Maestro Durand, balas! ¡Maestro Durand, acaba de declararse una vía de agua! ¡Maestro Durand, mi cabeza, mi brazo, mire cómo sangra!

1152 Bien lo pasa, hasta entre pampas, el que respeta a la gente; el hombre ha de ser prudente para librarse de enojos: cauteloso entre los flojos, moderado entre valientes. 1153 El trabajar es la ley, porque es preciso alquirir; no se espongan a sufrir una triste situación: sangra mucho el corazón del que tiene que pedir.

Cuadros no faltan; lo que faltan son hombres. Hace más de veinte años que se nos sangra por los cuatro costados; por consiguiente, nada de extraño tiene... Europa entera avanza... El emperador está en París trazando el plan de campaña,... en el supuesto que nos dejen respirar hasta la primavera...