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El presidente marqués de Torre-Tagle y su vicepresidente don Diego Aliaga, los condes de San Juan de Lurigancho, de Castellón y de Fuente González, y otros personajes de la nobleza colonial, habían muerto víctimas del escorbuto y de la disentería que se desarrollan en toda plaza mal abastecida.

Y porque es muy correspondiente á nuestro instituto y gratitud, el servir á nuestro Soberano Monarca, con el desinterés y celo, á que nos obligan tantas leyes y respetos como sus leales vasallos, obligadísimos frailes de San Francisco.

No tiene otra particularidad que su observatorio astronómico, que es muy inferior al de Cádiz, tan famoso en la geografía española y colombiana. La población de San Fernando alcanza á unos 17,000 habitantes, generalmente laboriosos y ocupados en rudos trabajos de fabricación y artefactos.

Solía llevar a San Juan y Mendoza arreos de ganado de la estancia paterna, que tenían siempre la misma suerte; porque en Facundo era el juego una pasión feroz, ardiente, que le resecaba las entrañas. Estas adquisiciones y pérdidas sucesivas debieron cansar las larguezas paternales, porque al fin interrumpió toda relación amigable con su familia.

Pero de repente se enderezó, se volvió y dió á correr como un insensato en dirección á la calle Ancha de San Bernardo, atraído por ese magnetismo horrible que existe entre el asesinado y el asesino. Cuando llegó hubo de detenerse; la afluencia de gentes le había cortado el paso. La calle estaba llena. Y nada tenía esto de extraño.

»Sin duda alguna, á la celebridad de este acontecimiento y á la veneración en que los naturales de la Vera tenían la Ermita del Salvador, debióse que por entonces resolvieran trasladarse á ella y establecerse allí dos santos anacoretas que moraban hacía tiempo en la ermita de San Cristóbal de Palencia.

Dio cuerda a su velón, y apoyando los codos sobre la mesa intentó leer en las obras de Balmes, que le había prestado el cura de Naya, y en cuya lectura encontraba grato solaz su espíritu, prefiriendo el trato con tan simpática y persuasiva inteligencia a las honduras escolásticas de Prisco y San Severino.

Se llevaron de avíos más de cinco pesos, pero, eso , ¡son de papel muy fino! No han escrito de San Sebastián, ni Angelina ni el Padre; será porque han tenido mucho a que atender con las fiestas de Semana Santa.

Los puertos son muy pocos: solamente en el Puerto Deseado, en San Julian y en la bahia de San Gregorio se halla abrigo para los navios. En el Puerto Deseado hay una fuente, de la cual en caso de necesidad pueden hacer aguada los navios.

Esto se contaba del célebre fabricante de sedas; pero aunque en ello entrase en gran parte la exagerada malevolencia de sus enemigos, lo cierto era que don Manuel, con el producto de sus doscientos telares siempre en actividad y los caritativos auxilios que prestaba desde el Banco de San Juan, iba formándose una fortuna, cuya cifra, por ser desconocida, rodeaba a su poseedor de cierto prestigio misterioso.