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«Acabada la Salve y letanía dijo el Maestre, que allí es preste; «digamos todos un credo á honra y honor de los bienaventurados Apóstoles, que rueguen á nuestro Señor Jesucristo nos buen viajeLuego dicen el credo todos los que le creen.

Gozándose él en aquel asombro risueño, le contó: Anoche te salvé; te redimí; te traje conmigo a la paz y al amor, ¿no te acuerdas?... Aquí está la primavera, vestida de galas para ti...; aquí está mayo, loco de alegría, lleno de rosas...; aquí está la mañana de mi esperanza.... Carmen, ¡acuérdate!: ha salido el sol.... Dios te mira y te sonríe y te ofrece la felicidad...; ya se acabaron las sombras de tus penas..., ya toda la vida para ti es luz....

Hermosa señora, dijo levantándose aquel hombre, no mi voluntad, sino los no si para crueles o propicios hados, son los que, cuando yo pensaba sólo en libertarme de ser preso, aquí me han traído, para que postrado a vuestros pies pueda deciros que vos sois mi vida, sin la cual vivir no puedo, ni quiero; y que si en vos no hallo esperanza a mi pena, alivio a mi enfermedad, alegría a mi tristeza, luz a mis ojos, a mi pecho aliento y gloria a mi deseo, por condenado me doy y sin vislumbre de redención que me salve.

¡Noche...! Sulamita, tan hermosa y tan negra cual mis propios pesares, como aquella que muere de langor, y palpita entre los nardos del Cantar de los cantares; emperatriz augusta del silencio y la sombra, noche meditabunda, ¡salve, mil veces salve!

En lugar de decir un Padre nuestro decía una Salve, y se trastornó de tal modo el rezo, que al cabo de un momento se encontraron perdidas en un laberinto sin saber en qué parte del rosario se hallaban. ¡Ah, qué cabeza la mía!-dijo la santa deteniéndose; pero ¡ay! con la conversación de usted me he distraído. Sigamos.

¡Salve, oh patria, que adoro, amor de mis amores, que Natura de tantos tesoros prodigó; vergel do son más suaves y gentiles las flores, donde el alba se asoma con más bellos colores, donde el poeta contempla delicias que soñó!

¡Conque junto á esta reja hay una escalera que da á un corredor al que sale una puerta del aposento de mi ingrata amante! es necesario pensar en ello... es necesario que ya que por una locura, por una pasión violenta la he comprometido, la salve; y que la salve sin que nadie medie, con mi ingenio, con mi dinero y con la ayuda de Dios... , ; la honra de doña Juana ha de quedar intacta.

Para contar cómo me salvé, no puedo fundarme sino en recuerdos muy vagos, semejantes a las imágenes de un sueño, pues sin duda el terror me quitó el conocimiento. Me parece que un marinero se acercó a D. Alonso cuando yo le hablaba, y le asió con sus vigorosos brazos.

¡Salve, pues, noble y magestuosa cuna de Lucano, de los Sénecas, de Osio, de Averroes, de S. Eulogio, de Juan de Mena, del Gran Capitan, de Morales, de Góngora, de Céspedes, de tantos insignes varones!

Al comenzar la Salve rompió el órgano en formidable trompeteo, y empezaron los cantores. La voz del tiple era chillona y femenina, la del bajo ronca y apagada; el barítono cantó un solo que parecía de personaje celoso en ópera italiana.