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Tres semanas, sobre poco más o menos, transcurrieron así, en lucha contra puertas cerradas y en un estado de exasperación que me ponía al nivel de una bestia extraviada obstinándose en salvar vallas. Una tarde me llegó un billete. Lo mantuve un momento cerrado, suspendido delante de mis ojos, como si él contuviera mi destino.

El papá salió medio loco, corrió por las calles; pero en mitad de una de ellas se detuvo y dijo: «¿Quién piensa ahora en figuras de nacimiento?» Y corriendo de aquí para allí, subió escaleras, y tocó campanillas, y abrió puertas sin reposar un instante, hasta que hubo juntado siete ú ocho médicos, y les llevó á su casa. Era preciso salvar á Celinina.

Se clava el arpón á éste para que sigan los grandes, y, en efecto, hacen esfuerzos increíbles para salvar á su hijo, para llevárselo, subiendo y exponiéndose á ser heridos para traerlo á la superficie y hacerle respirar. Y lo defienden muerto y todo. Pudiendo zambullirse y escapar, permanecen sobre el agua desafiando el peligro para seguir el cuerpo flotante del ballenato.

Todo había concluido, y ya no era posible ocuparse más que de salvar la vida, atravesando el espacio de mar que de la costa nos separaba.

Había sido un admirable comerciante de la religión: un talento práctico surgido á tiempo para salvar la tienda de Roma amenazada de quiebra, ordenando sus negocios, dándoles nuevo rumbo y fundando su Compañía, aquel disciplinado cuerpo de comisionistas del catolicismo que viajaban por toda la tierra, explotando las pasiones y las debilidades humanas, para la mayor gloria de su Dios.

Van-Stael, pálido por la emoción, con la frente arrugada, dirigía por todas partes miradas de desesperación, tratando en vano de descubrir la avería. Y bien, tío dijo Cornelio ; ¿podremos todavía salvar el barco? ¡Imposible! respondió Van-Stael, haciendo un gesto de rabia . ¡Es demasiado tarde! Tenemos una bomba a bordo. ¡Pero si tenemos lo menos doscientos barriles de agua en la bodega!

Facundo, el gaucho malo de los Llanos, no vuelve a sus pagos esta vez, que se encamina hacia Buenos Aires, y debe a esta dirección imprevista de su fuga, salvar de caer en manos de sus perseguidores.

Si, por alguna razón secreta, por salvar a su correligionario, la nihilista se había confesado autora de un delito que no había cometido ¿no debería insistir él, Vérod, en la acusación contra Zakunine?

Algo logró salvar el heredero, gracias a la habilidad de un jurisconsulto michoacano, y con ese pico, unos cuantos miles de duros, y a fuerza de inteligencia, de trabajo y de economías, el capitalillo fué en aumento, hasta convertirse en una fortuna muy saneada y redonda, hecha contra viento y marea, en los días más desastrosos de la guerra civil.

Y aunque no hubiera idolatrado en vida a la víctima y ansiado después vengarla, ¿no debían incitarle a salvar a la inocente y desenmascarar al culpable ese amor a la justicia y esa sed de verdad que la difunta le había inspirado?...