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Un perro salva ciegamente al enemigo de su dueño. Yo cuidaré a esa pobre criatura como si todos tuviésemos interés en que se curase. Después de la partida del doctor, la señora Chermidy pasó a su tocador y se entregó en manos de su doncella. Por la primera vez en mucho tiempo se dejó vestir sin fijarse: ¡tenía otras preocupaciones más importantes!

En algodón se acueste, rodeado de ricas colgaduras, y su alcázar le preste seguridad en dóricas figuras; que yo sin tanto muro duermo en mi choza mucho mas seguro. Despiértenle á la aurora lisonjeros amigos y criados, y tenga de hora en hora visitas de señores estimados; que yo con mejor salva recuerdo cuando me despierta el alba.

, concluía el Magistral: yo la salvo a ella y ella, sin saberlo por ahora, me salva a ». Y cantaban los del coro bajo: Deus, in ajutorium meum intende.

En una de estas volteretas, llamó á la tía Roma, y metiéndose con ella en la alcoba la hizo sentar, y le dijo: Tía Roma, ¿crees que se salva el niño? Señor, será lo que Dios quiera, y nada más. Yo se lo he pedido anoche y esta mañana á la Virgen del Carmen, con tanta devoción que más no puede ser, llorando á moco y baba. ¿No me ve cómo tengo los ojos? ¿Y crees ...? Yo tengo esperanza, señor.

El licenciado don Máximo permanecía totalmente confundido delante de aquel caso patológico, anunciando en cada visita el próximo fin de la paciente si el antiespasmódico que recetaba no la tornaba al instante sana y salva. Como doña Gertrudis no acababa de fallecer ni su extraordinaria enfermedad desaparecía, don Máximo llegó a perder enteramente la fe en ella.

Y sin embargo, tenéis mil adoradores repuso sonriendo el duque. Pues no soy diablo dijo la condesa ; pero soy zahorí. El tirador no acierta cuando el tiro salva el blanco. Os aplazo para dentro de aquí a seis meses, invulnerable Aquiles repuso la condesa.

Marcos dijo Hullin , perdóname; he dicho mal; ¡he sufrido tanto en estos días!; la desgracia me hace desconfiar; dame la mano... ¡Anda, ve, sálvanos, salva a Catalina, salva a mi hija! Desde ahora te lo digo: no tenemos más recurso que . La voz de Hullin temblaba. Divès aceptó aquellas explicaciones, pero añadió: ¡Bien está, Juan Claudio!

Le nombro a Nuestro Divino Redentor y a María Santísima del Carmen, y como si tal cosa... Sorda como una tapia. Pero le nombro al señorete, y ya la tiene usted tan avispada, queriendo vivir, y sin duda con intenciones de pecar. ¡Ah!, cualquier día se salva esta... Me parece que sube ya la tía. Se ha puesto muy mala, pero muy mala».

Así, la gente baja vive de una manera deplorable. Hay cuartos estrechos en que duermen cinco o seis personas por tierra; la bondad de aquel clima, fuerte y sano, salva sólo a la ciudad de una epidemia.

¿Os quejáis aún? preso os llevan, y una mujer os salva, tan hermosa como la condesa. Otro en vuestro lugar, vería el cielo abierto. Veríale yo, si la litera abrieses, y en Madrid pudiese encerrarme y perderme; que si tal hicieras, doble habías de ganar de lo que has ganado.