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En los mercados hervía la gente, saludándose con amor, yendo de puesto en puesto, celebrando al rey o diciendo mal de él, curioseando y vendiendo. Las casas eran de adobe, que es el ladrillo sin cocer, o de calicanto, si el dueño era rico.

Luego ruido de pasos, voces ahogadas de saludo, chocar de sillas, chirrido de bancos, arrastre de pies, y la puerta quedó obstruida por las gentes que intentaban salir todas a un tiempo. Comenzaron a desfilar los fieles, saludándose como si se vieran por primera vez al encontrarse en pleno sol, fuera de la luz crepuscular del templo. ¡Bon dia!... ¡Bon dia!...

Los coches tenían que contener la carrera de los caballos, el ¡tabì! ¡tabì! de los cocheros resonaba á cada momento; se cruzaban empleados, militares, frailes, estudiantes, chinos, jovencitas con sus mamás ó tías, saludándose, guiñándose, interpelándose más ó menos alegremente.

Me asomé por la puerta que daba al patio y vi muchos hombres vestidos rigurosamente de negro que se congregaban en pequeños grupos, saludándose reverenciosamente los unos con los otros; todos parecían estar muy tristes y pensativos, a juzgar por la gravedad de sus rostros.

Desde mucho antes caminaban los madrugadores por la azulada penumbra de la cubierta, saludándose al paso y comunicándose noticias de la noche anterior. Algunos, vestidos con pijamas o medio desnudos bajo un largo gabán, descendían del gimnasio y se deslizaban rápidamente en busca de sus camarotes. Aparecían las primeras señoras, yendo tras breve paseo a arrellanarse en los sillones.

Y los convidados de doña Manuela entraron en la casa, confundiéndose unas familias con otras, saludándose las mujeres con un tiroteo de besos y elogiando todas las cualidades de la «posesión» que la viuda de Pajares tenía en Burjasot.

19. Entretanto se celebraba en el campo la semana santa con la devocion posible; y cumplidas las ceremonias y ritos de la iglesia, que el lugar y tiempo permitian, de la Conmemoracion de la Pasion Santìsima del Señor, al tiempo que en las iglesias cantan solemnemente el Alleluya, aparecieron dos piezas de artilleria con sus guardas y custodias. Bajando despues de los collados, y formados los escuadrones debajo de seis banderas, presentaron mas de 200 hombres. Saliéronles al encuentro los escuadrones Luisistas con sus dos banderas, y saludándose mútuamente, llevando su Santo Patron y otras im

¡Qué gente aquella tan feliz! ¡Qué envidiable cosa aquel ir y venir en carruaje, viéndose, saludándose y comentándose! Era una gran recepción dentro de una sala de árboles, o un rigodón sobre ruedas. ¡Qué bonito mareo el que producían las dos filas encontradas, y el cruzamiento de perfiles marchando en dirección distinta!