United States or Samoa ? Vote for the TOP Country of the Week !


Vio Rafael cómo cautelosamente salía de su casa el ermitaño, un rústico que vivía de las personas que visitaban aquellas alturas. Atraído por el aspecto de la desconocida señora se presentaba a saludarla ofreciéndola agua de la cisterna y descubrir en su honor la milagrosa virgen. Volviose la señora para contestar al ermitaño, y entonces pudo contemplarla Rafael con toda tranquilidad.

En cierta ocasión, al presentarse en noche de baile en casa de Alcudia, la marquesa le dijo al saludarla: Muy linda, muy linda, Clementina. Está usted admirablemente vestida.... Pero me parece que la han descotado mucho.... Venga usted conmigo, ya arreglaremos eso.

La había encontrado varias veces en los salones de la corte; pero como Lucía afectaba no conocerle, él tampoco se había decidido a saludarla. Sin embargo, no tenía contra ella queja alguna: en la ruptura de relaciones con su madrastra, estaba convencido de que la culpa era de ésta. Viendo que no cruzaba ningún amigo, Miguel se decidió a pasar un rato con la generala.

Amaury se apresuró a estrechar la mano a la morena, diciéndole sonriente: Perdóneme usted, querida Antoñita; ante todo tenía que presentar mis disculpas a la que había asustado mi torpeza: he oído el grito de Magdalena e instintivamente he corrido hacia ella. Y volviéndose hacia el aya, añadió: Señora Braun, tengo el honor de saludarla.

¡Churrigueresco! exclamó el compromisario queriendo así compensar la protesta disparatada de su mujer. ¡Churrigueresco! repitió ¡da náuseas! y se vio claramente que las sentía. ¡Churrigueresco! pudo decir otra vez. ¡Rococó! concluyó Obdulia. En aquel momento el Arcipreste se inclinaba para saludarla como si fuera a besarle las botas color bronce. Salieron a la calle todos juntos.

Cuando me acerqué a ella para saludarla, me dio la mano con una mirada de tan suplicante dulzura y con una sonrisa tan triste, que todos mis malos sentimientos vacilaron. ¡Qué poder hubiera podido ejercer sobre si hubiera sido tal como yo la imaginaba, si me hubiera amado y las circunstancias nos hubieran unido a tiempo!

Subía al palco a saludarla, y muchas veces, por exigencia de ella, se quedaba allí uno o dos actos. En estas ocasiones solía la dama retirarse al antepalco y charlar con él íntimamente a la sombra discreta de las cortinas. Cuando se cansaba, o en la escena se cantaba una pieza de empeño, guardaba silencio, volvía la espalda al joven y escuchaba un rato.

El resultado de las anteriores y análogas cavilaciones fue que, llegada la noche, cuando don Juan entró a saludarla en su cuarto del teatro, apenas pudieron hablar a solas, le dijo ella sin disimular su pensamiento ni prever la respuesta: Muchas, muchísimas gracias; pero señor Todellas, ¿cómo diablo ha regalado usted eso a una infeliz que no tiene tiempo para coserse una cinta? ¡Y cuidado que es lujoso y bonito!... Sobre todo de buen gusto.

¡, hombre, ; váyase usted tranquilo! No se habían pasado diez minutos desde que el mancebo y su gran cartílago se alejaron, cuando apareció, por la boca del puente, Paca. En la primera mirada que me dirigió comprendí que todo se había perdido. No ha querido contestar, ¿verdad? le pregunté sin saludarla, esforzándome por sonreír. ¡Uf! ¡Cómo esta con uté, señorito!

Ahora me hallaba tan inquieto por el resultado de mis amores, que me fue indiferente, y aun me pesó, de la distinción por la curiosidad de que fui objeto. Seguro estoy de que muchos me disputaron, sin más, por su novio. En cuanto el segundo acto terminó, un acto larguísimo de I Puritani, me levanté para ir a saludarla.