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Llegó á ser la primera en el gimnasio. Saltó horas y horas el caballo de madera, con un volteo incansable, riendo de este ejercicio pueril con la superioridad de una amazona acostumbrada á ponerse de pie sobre caballos en pelo, apeándose y volviendo á subir en el animal sin que éste detuviese su carrera.

Todavía, aprovechando la ausencia del gentío, que al esparcirse por la cubierta no había llegado hasta ellos, se besaron por última vez con un beso largo, que la alemana prolongó cerrando los ojos, abandonándose cual si fuese a morir. Luego se salvó de un salto, para detenerse a corta distancia.

En el mismo instante saltó un poco de polvo encima de la cabeza de su padre; se formó un pequeño agujero en la tierra. Pronto, lejos de aquí dijo empujando á don Marcelo. En el interior de una trinchera cubierta fué la despedida, breve, nerviosa: «Adiós, papáUn beso, y le volvió la espalda. Deseaba correr cuanto antes al lado de los suyos. Se había generalizado el fuego en toda la línea.

El río parece enfurecerse, aumenta su rapidez, brama, bate las riberas, y de pronto la inmensa mole se enrosca sobre misma y se precipita furiosa en el vacío, cayendo a la profundidad de un llano que se extiende a lo lejos, a 200 metros del cauce primitivo. Tal es la formación de Salto de Tequendama.

El conserje y su familia parecieron decirle ¡adiós! con los ojos. Tal vez le llevaban á la muerte... Mas allá de las arboledas del castillo fué surgiendo un mundo nuevo. El corto trayecto hasta Villeblanche representó para él un salto de millones de leguas, la caída en un planeta rojo, donde hombres y cosas tenían la pátina del humo y el resplandor del incendio.

Allí llevan aquella comadre para partear a una preñada de medio ojo , que ha tenido dicha en darle los dolores a estas horas. Allí doña Tomasa, tu dama, en enaguas, está abriendo la puerta a otro; que a estas horas le oye de amor. Déjame dijo don Cleofás : bajaré sobre ella a matarla a coces. Para estas ocasiones se hizo el tate, tate dijo el Cojuelo ; que no es salto para de burlas.

Llegó la galera, y Clara se adelantó hacia la mitad del camino; pero, una de las mulas, que era muy espantadiza, dió un salto y casi vuelca la galera. El arriero empezó á proferir votos y juramentos.

Sus lágrimas son cada vez más abundantes y su cuerpo tiembla todo; busca un apoyo y se inclina hacia atrás. Juan lanza un grito de angustia, y, de un salto, se precipita para recibirla en sus brazos. ¡Por el amor de Dios, Gertrudis! dice con la voz trémula, respirando con esfuerzo. Un sudor frío cubre su frente.

La catástrofe tuvo lugar a la noche siguiente, pues habiéndose permitido Rubín algunas reticencias desfavorables a la reputación de la Virgen María, saltó Pedernero de su asiento, trémulo y descompuesto, en estado de horrible agitación, y lanzó a su contrario anatema tan furibundo que los amigos tuvieron que sujetarles. «Porque yo soy un lipendi.

Se desasió de la mano acariciadora, sintióse movida por el prodigioso resorte de los nervios, lo mismo que si viese su vida en peligro, y huyó de Febrer como si fuese un asesino. ¡Jesús! Jesús!... Saltó, murmurando esta súplica, a alguna distancia de él, e inmediatamente empezó a correr con sus ágiles piernas de campesina, desapareciendo en una revuelta del sendero. Jaime no fue tras ella.