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Doña Luz estaba en su cuarto, acababa de volver de misa, y había rezado con fervor por el alma del P. Enrique, en quien de continuo y tierna y melancólicamente pensaba, cuando entró Juana, la doncella, y dijo: Señora, un forastero quiere hablar con usía. ¿Su nombre? Don Gregorio Salinas. No le conozco. ¿Qué facha tiene? Más bien buena que mala. Viene muy decentemente vestido, aunque de viaje.

En la vida de esta beata Dorotea, que se hizo célebre en Sevilla, publicada por Gabriel de Aranda, se habla en varios pasajes de Juan de Salinas, con marcado elogio, y en igual sentido se expresan otros autores que encarecen mucho su ciencia y virtudes.

El orígen de este rio está á 9 leguas del paso ya citado, en un parage que llaman las Salinas; y su desague, en el Paraná, distante del mismo paso como 11 leguas, entre el Convento de Recoletos que llaman San Pedro, y el pueblo de indios que nombran el Baradero. Este rio corre N S, segun el rumbo que lleva.

Entrado ya el año de 1691, partieron los PP. Juan Bautista de Zea y Diego Centeno por el río Guapay, á cultivar el nuevo pueblo de la Presentación, y el P. Arce al valle de las Salinas, á donde acudió gran número de infieles, de los cuales muchos se le mostraban aficionados y otros le mostraban mal rostro, señal de lo que maquinaban en su corazón, que era darle muerte, como lo hubieran ejecutado á no haberles disuadido de tan malvado intento los indios de Tariquea.

La primera cosa que hicimos, fué de ir en busca de las salinas y estuvimos dia y medio, antes que hallasemos la menor de las dos, y la grande la hallamos despues. Agua buena: no pudimos hallar mas que un pozito en el camino de la salina grande. Si llueve hay parage á donde el agua se junta, pero si no se toma pronto, se seca.

La llanura pierde al fin su dilatado horizonte en Rognac, las colinas y los cerros se complican, anunciando la proximidad de la opulenta Marsella, y el Mediterráneo, penetrando por un pequeño golfo en medio de las redondas montañas de la costa, sorprende al viajero, ofreciéndole en las ricas salinas de Berre, Rognac y Martigues un hermoso lago circular, tranquilo y cristalino, cuyas ondas llegan hasta el pié de los olivos.

Tres días después unos pescadores encontraron en las playas de Bocanegra el cuerpo del infortunado Fortunato. Su padre, el conde de Pozosdulces, y su jefe, el marqués de Salinas, recelando que el joven hubiera sido víctima de algún enemigo, hicieron aprehender a un individuo sobre el que recaían no sabemos qué sospechas de mala voluntad para con el difunto.

La abrió precipitadamente, y miró la firma. Era de su padre también. Leyó enseguida la fecha y vio que la carta estaba escrita hacía más de quince años. La carta era lacónica. No contenía más que estas palabras: «Querida hija: El portador de esta carta será don Gregorio Salinas, escribano de Madrid, persona de toda mi confianza.

En efecto, la musa de Salinas no fué dada á asuntos graves y de elevación, luciendo principalmente en epigramas y composiciones ligeras, algunas de las cuales tienen títulos como estos: A un clérigo que no quiso prestar al doctor las mulas y era muy puerco. A un fraile viejo, mentiroso y falto de dientes. A una dama que fingiendo descuido enseñó las ligas al doctor, etc.

El colegio de Cuenca, la casa de las Salinas, la puerta de Zamora y otros edificios construidos en Salamanca por este tiempo, son tambien semi-góticos ó platerescos.