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Señores dijo en voz alta y varonil el joven que había propuesto la lista, es necesario llevar fuerzas nuevas a la Cámara, y las fuerzas nuevas están en la juventud que ha salido ayer de los claustros universitarios.

Entre estos objetos, rodando todos en tropel, fue nuestra pluma empujada por la escoba hasta parar á un gran cesto, de donde la arrojaron á un corral mil veces más inmundo que aquel de donde había salido.

No hay libro mas precioso que el del viaje, que es, por decirlo así, una geografía práctica: pero no es ménos cierto, reanudando mi truncado pensamiento, que hay ideas generales que puede uno formar sobre otros paises sin haber salido del suyo, y esas son precisamente las que yo he confirmado con mis viajes. Siempre mi predileccion al pasar revista á las naciones se la acordaba á la Alemania.

Pero ¿conocían los hijos los proyectos de sus padres? ¿Los tenían por buenos y los habían aceptado con gusto? Don Alejandro podía jurar que de sus labios no había salido una palabra dirigida a Nieves, con intento de descubrírselos. Su hermana Lucrecia aseguraba lo propio con relación a su hijo. ¿Sería verdad?

Saltó con ímpetu al fondo del abismo. Al caer sobre las piedras de la orilla se deshizo la cabeza: quedó muerta en el acto: el niño salvó milagrosamente. El vientre de donde había salido le sirvió ahora de resorte para no despedazarse. Un marinero viejo, que andaba a la sazón por entre aquellas peñas a la pesca de pulpos, oyó el ruido y prestó los primeros socorros al niño.

Así como bebió Sancho, dio de los carcaños a su asno, y, abriéndole la puerta de la venta de par en par, se salió della, muy contento de no haber pagado nada y de haber salido con su intención, aunque había sido a costa de sus acostumbrados fiadores, que eran sus espaldas.

Pero es posible continuó el militar, olvidado de que Elías estaba cerca ¿es posible que pase usted la vida de esta manera, sin más compañía que la de ese hombre? ¿Y no ha salido usted nunca de aquí, no ha ido al campo? ; estuve unos días fuera, hace seis meses. ¿En dónde? En Ateca. El me mandó. Me puse mala, y fuí allá á restablecerme. Estuve en su pueblo.

Pero, en fin, señor replicó la joven balbuceando ; ¿usted cree... está seguro, que no tengo nada que temer por mi marido?... ¿que no puede ser herido? Estoy persuadido de ello. Bien, señor... gracias; le saludo, señor. Siguiole con la vista, hasta que hubo salido, y tomando después la mano de su madre: ¡Ah, madre! dijo . ¡Siento que me voy volviendo criminal!

A la noche siguiente, una mujer le esperaba en el mismo lugar donde otras veces había salido á su encuentro la difunta Correa. Pero esta mujer no estaba envuelta en un manto negro ni la acompañaba un niño. Avanzó sola hacia él, y al estar cerca, sacó un brazo que llevaba oculto en la espalda, mostrando pendiente de la mano una luz. Rosalindo la reconoció, aunque no la había visto nunca.

Salido el hombre de la esfera de las sensaciones, de esos fenómenos que le ponen en relacion con el mundo exterior, se encuentra con otro órden de fenómenos, igualmente presentes á su conciencia.