United States or Mayotte ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cuando el señorito Gabriel quedó sin mamá de pequeñito, lo cuidó con una formalidad que tenía la gracia del mundo, porque ella no era mucho mayor que él. Una madre no hiciera más. De día, de noche, siempre con el chiquillo en brazos. Le llamaba su hijo: dicen que era un sainete ver aquello. Parece que el peso del chiquillo la rindió y por eso quedó más delicada de salud que las otras.

Grosero é injusto sería decir con Iriarte: Las mujeres que ahora no despuntan, como en siglos pasados, por discretas, si en el teatro público se juntan, aplauden cuando más al tramoyista, oyen tal cual chuscada del sainete, y sirve lo demás de sonsonete, mientras que están haciendo una conquista.

No tanto para que se tenga una prueba más de la verosimilitud de mi cuadro, como para que se conozca el saber de la citada producción, cuyo autor tuvo el mal gusto ó la abnegación, de morirse sin descubrir su nombre , voy á transcribir algunas de sus escenas, contando con la indulgencia del benévolo lector: Se representó este sainete en Santander, según una nota que contiene, el año de 1783, en el día de los santos mártires Emeterio y Celedonio, es decir, el 30 de agosto.

Luego pensaba en su padre. , , Tomás Rufete era un hombre desordenado, un hombre de insaciables apetitos y devorado por la envidia. Bien podía ser verdad lo que Nones decía, y Tomás autor de aquel dramático sainete, por satisfacer su codicia, o simplemente por obtener de la marquesa, mediante un pleito enojoso, cualquier suma, en calidad de transacción. Esto era razonable. ¿Qué demonio de lógica se escondía dentro de estas ideas, dándoles cuerpo y vida?... También pensaba en su madre. ¿Por qué siempre que Tomás Rufete hablaba de la marquesa, de los niños de la marquesa y de la indudable herencia y estado de estos niños, Francisca Guillén bajaba la cabeza, se ponía de mal humor y no añadía palabra alguna a las expresiones de su marido? Su madre, pues indudablemente debía darle ya este nombre, era una mujer honrada. Rufete la atormentaba y la dominaba.

El sainete comenzaba, y apareció entonces Villamelón, solemne, imponente, erguida la cabeza, tieso el torso ya algo panzudo, trayendo de la mano a Jacobo, que ofrecía el tipo de hombre más hermoso, elegante y señoril que pudiera imaginarse.

Veamos en qué para esto. Pero mi madre viene; y si te ve aquí en acecho... Ni esta consideración me hizo apartar de la estancia que nos servía de observatorio; pero afortunadamente doña María no entró por allí, y pasando primero a su alcoba, penetró por esta a la funesta habitación donde ocurriera el sainete que iba a terminar en tragedia.

Doña Inés pensó, sin duda, en el rato de gusto que iba a tener contribuyendo a chasquear a don Alvaro, que acudiría muy ufano a la cita y se encontraría en ella a su austera consorte. En efecto, si el lance pasaba así, más que tragedia sería sainete. Doña Inés perdió el miedo y sintió la irresistible tentación de ver el sainete y aun de hacer en él uno de los principales papeles.

Notando Juanita que doña Inés se asustaba un poco al verla y al oírla tan bárbaramente bíblica, prosiguió sonriendo: Pero no te apures ni te sobrecojas. No será menester tocar en tales extremos; no llegará la sangre al río. Aunque será severa la lección que yo , no pasará a ser tragedia, y quedará en sainete.

Estaban en lo cierto. La situación era propia de sainete. Cristeta tenía el cuerpo echado hacia adelante, para que don Juan pudiera estrecharla el talle, y él, ansioso de no perder lo conquistado, había metido medio cuerpo por entre puerta y marco; con lo cual, en vez de personas formales, parecían chiquillos jugando al escondite.

Abríle con curiosidad, y vi que, en efecto, era un sainete, cuyo argumento se reducía á poner de relieve algunas escenas muy parecidas á las que acabo de referir, presenciadas por dos forasteros, asaz pulcros y timoratos, que de vez en cuando salen de entre bastidores, donde están ocultos, á lanzar al público una andanada de muy saludables, pero muy pedantescas observaciones, contra la profana costumbre de las Buenas Glorias.