United States or Guyana ? Vote for the TOP Country of the Week !


La dulzura de las miradas, el ligero palpitar de los labios estremecidos por el rezo, no eran bastante a disipar la fascinación que con su hermosura despertaban. Cuando se movían arreglando los reclinatorios y las sillas, el sagrado recinto parecía estremecerse como santo mordida por la tentación, y el crujir de las sedas imitaba rumor de viento entre hojarasca caída y seca.

Tambien compuso Henriquez Gomez en loor de la quietud i vida de la aldea la oda siguiente: Cuando el Enero helado me coge en esta sierra, miro luego el humo idolatrado de mi santa cabaña, cuyo fuego, aun de léjos mirado, me sirve de consuelo y de sagrado.

Sus sermones en las grandes romerías, en las fiestas de la Asociación de la Vela Nocturna y otras corporaciones que le tenían por director, eran arengas de caudillo, hablando de matar ó morir como los paladines de las Cruzadas, por el sagrado Corazón de Jesús.

El conde imponia tiránicamente á los cristianos que estaban debajo de su patrocinio las mas exorbitantes contribuciones, vendía los sacerdocios, causando con esto el escándalo de que el seglar metiese la hoz en lo sagrado, y de que la Iglesia recibiese ministros poco dignos.

En el campo como en París, dejaba raras veces pasar una semana sin ir a ver a Beatriz, arrostrando denodadamente para llenar tan sagrado deber de amistad, las temibles iras de la señora de Montauron, quien temía, juzgando por varias apariencias, que la amable persona no viniese a ser un obstáculo para el deseado casamiento de su sobrino.

¡Que nadie toque á ese hombre! decía . Ninguna mano humana debe ofenderle. Supondría, en caso de agresión, que yo ó el gobierno habíamos dado la orden. ¡Lo declaro sagrado!... Y escuchándole, pensaba que, si mi protector quería declararme «sagrado» con la misma voz y poniendo los mismos ojos, consideraría oportuno tomar el primer tren que saliese para la frontera de los Estados Unidos.

Señorita... respondió él en voz baja, por respeto al lugar sagrado. Tembláronle los labios y las manos se le enfriaron, pues creyó llegado el terrible momento de la confesión. Tenemos que hablar. Y ha de ser aquí, por fuerza. En otras partes no falta quien aceche. Es verdad que no falta. ¿Hará usted lo que le pida? Ya sabe que.... ¿Sea lo que sea? Yo....

Y así, medio riendo, le dije que mandaban también tener entre los desesperados que se ahorcan y despeñan, y que como a tales no las enterrasen en sagrado a las mujeres que se enamoran de poeta a secas.

Una gran feria, abundante en diversiones para la muchedumbre, ocupaba los jardines del templo. De lejanas ciudades llegaban por el espacio flotillas de aparatos voladores, depositando en el lugar sagrado nuevos grupos de peregrinos.

Y, tomando la delantera a caballo don Quijote, con la lanza sobre el brazo y bien cubierto de su escudo, se hacía dar lugar de todos. Sancho, a quien jamás pluguieron ni solazaron semejantes fechurías, se acogió a las tinajas, donde había sacado su agradable espuma, pareciéndole aquel lugar como sagrado, que había de ser tenido en respeto.