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Aquella noche, los pinos que rodeaban la cabaña, sacudidos por la tempestad, arrastraban sus esbeltas ramas por encima del techo, y a lo lejos se oían el rugido y los embates de la impetuosa corriente del río. El socio de Tennessee se incorporó y dijo: Ya es hora, voy en busca de Tennessee; engancharé el carrito. Y se hubiera levantado de la cama a no habérselo impedido su criada.

11 y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante, y allí parará la hinchazón de tus ondas. 12 ¿Has mandado a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar, 13 para que ocupe los fines de la tierra, y que sean sacudidos de ella los impíos? 14 Trasmudándose como lodo de sello, y parándose como vestidura;

En aquel rincón oscuro, sacudidos por el vaivén de los resortes y aturdidos por el estrépito de las ruedas al saltar sobre el pavimento, el cuchicheo se hizo cada vez más íntimo, más insinuante, animado a cada momento por risas ahogadas y palabritas dulces.

El teniente de la Guardia Civil ni se inmutó siquiera; tenía orden de recoger todas las armas y había cumplido con su deber; perseguía á los tulisanes siempre que podía, y cuando secuestraron á Cabesang Tales, él organizo inmediatamente una batida y trajo al pueblo maniatados codo con codo á cinco ó seis campesinos que le parecieron sospechosos, y si no apareció Cabesang Tales era porque no estaba en los bolsillos ni debajo de la piel de los presos que fueron activamente sacudidos.

Exaltado por el furor de los elementos, por el estampido del trueno, por el correr de las aguas, por el mugir de los árboles sacudidos, corría con alegría frenética. Cuando recobré la calma y encontré lumbre, pan, vestido seco, todas las dulzuras de la buena hospitalidad montañesa, casi echaba de menos la poderosa voluptuosidad que acababa de disfrutar allá fuera.

Pero cuando los jazmines extienden su perfume por los alrededores, cuando las hojas del laurel cerezo nos caen sobre la cabeza, cuando los pinos sacudidos por el viento suenan como liras y cuando las velas blancas se dibujan a lo lejos sobre el mar, entonces sería preciso ser bien ciego y bien sordo para ver y oír otra cosa que el amor.

Desde su primera semana, muchos recién nacidos se ven sacudidos por terribles convulsiones que la mayor parte no pueden resistir: en ciertos países, las madres están tan seguras de que sus hijos han de morirse, que no los consideran como nacidos hasta «que han pasado el terrible desfiladero de la enfermedad de los cinco díasMuchos de los que se salvan de ésta, pasan luego toda la vida entre la enfermedad y la locura.

Ya se ve como una fantasmagoría la mole romántica de un castillo aristocrático; ya la alegre fachada de una quinta primorosa encuadrada entre jardines, pequeños bosques é invernáculos; ora el campo cultivado con admirable esmero, surcado por canales de irrigacion mas ó ménos considerables ó de pequeña navegacion; ora el prado en que saltan y relinchan los bellos potros ingleses, ó balan en tropel las blanquísimas y corpulentas ovejas; tan presto un tunnel elegante en sus formas y cuyas tinieblas hacen extraño contraste con la escena anterior; y luego, al salir de la caverna artificíal, un vasto parque poblado de pinos y otros árboles de vegetacion permanente, cuyos negros follajes sacudidos por la brisa los hacen parecer de léjos fantasmas que bailan entrelazados sobre vastos salones tapizados de nieve y bajo una inmensa cúpula de niebla.

Nada fue así más natural que la "Santa Alianza", en la que los déspotas europeos, sacudidos por los primeros estallidos del sentimiento renaciente de la libertad, al finalizar el siglo XVIII, se concertaron para destruirla, sostenerse mutuamente y ayudar a Fernando VII a sofocar la independencia de sus colonias americanas, que el papa, por su parte, había excomulgado desde el primer momento.

¡Arriba, perezoso, que ya es hora! gritar entre garrotazos sacudidos sobre los muebles, y taconazos y patadas en el suelo. ¡Pero, señor, si está amaneciendo! contesté balbuciente y restregándome los ojos. Eso es: será mejor levantarse al mediodía como hacéis en la ciudad.... ¡Fuera pereza! añadió con una risotada, tirando de un manotazo la ropa que me cubría, á los pies de la cama.