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El bastonero para satisfacción de las mamás, que se le dormían a los pasteles y al mate, agrupadas alrededor de los guitarreros circulaba entre las parejas, diciendo cuchufletas y haciendo con su frase sacramental ¡que se vea luz, caballeros! que las aproximaciones no fueran más allá de lo lícito y honesto.

Es de sospechar, al contrario, que representaban la vida de los héroes del Antiguo y Nuevo Testamento, la de los santos, etc., de la misma manera que los misterios y moralidades francesas; que su acción era muy complicada y numerosos sus personajes, y que abundaban en ellas las alegorías y los rasgos licenciosos populares . Pero, ¿cuándo se desenvolvió la forma especial alegórica del auto sacramental, que alcanzó después tan universal aplauso? ¿Sucedió acaso esto antes de la época indicada?

Los testigos ponen fin a esta agradable conversación; los adversarios son conducidos a sus sitios; aquéllos hácense un poco atrás; el famoso Julio pronuncia la palabra sacramental: «¡Adelante, caballerosDe común acuerdo, siguiendo las enseñanzas del maestro, ambos combatientes dan un brinco hacia atrás; ligera emoción en la concurrencia; pausa; de esta guisa podrían permanecer mucho tiempo; Julio toma la resolución de conducir otra vez a estos caballeros a su punto de partida; los enemigos se observan, rígido el brazo, sin moverse; el operador del cine da vueltas a su manivela. ¡Esto no formará un conjunto excelente!

Aquella noche, mientras Mariskoff, en el fondo de las salas, jugaba con tres oficiales de la embajada su «whist» sacramental, y Camilloff, reclinado en el sofá, con los brazos cruzados, solemne como en una poltrona del Congreso de Viena, dormía con la boca abierta, ella se sentó al piano.

En seguida, levantándose de la silla y fingiendo un enojo implacable, agregó: ¡Vade retro! ¡vade retro! señor hipócrita, señor apestado, señor brujo, leña de Satanás! Sépase el galancete que su alma están en propincuo peligro de perdición, si es que ya no la tiene vendida al infierno, y que a no existir el secreto sacramental sería entregado aquí mismo a los familiares del Santo Oficio.

Al lado de sus enfermos siempre estaba de broma. «¿Con que se nos quiere usted morir, señor Fulano? Pues vive Dios, que lo hemos de ver..., etc.». Esta era una frase sacramental; pero tenía otras muchas. Así se había hecho rico. No usaba muchos términos técnicos, porque, según él, a los profanos no se les ha de asustar con griego y latín.

Entróse, pues, una mañana en casa del respetable Butrón, nervioso y descompuesto, y con las falanges de su dedo índice ya desplegadas y la frase sacramental ¡lo dije! , colgando de los labios, traspasó el misterioso biombo de nueve hojas que servía de reducto con el despacho a los secretos del diplomático.

Van como arrastrados de los cabellos a aprender la doctrina, y sólo el temor les hace llevar sus hijos a nuestras iglesias para recibir el bautismo. Pero, ansi que llegan a sus casas, les roen la mollera con un trozo de cacharro o el filo de un cuchillo, lavándoles en seguida prolijamente para quitalles hasta el último resto de la crisma sacramental.

La segunda, monja de un convento de Méjico, escribió una serie de loas alegóricas, y un auto sacramental, titulado El divino Narciso . Convenimos con Bouterwek, que lo menciona, en que es bello y novelesco; pero no estamos de acuerdo con su aserto de que aventaja á las obras de la misma clase de Lope de Vega, ni de que esa atrevida personificación de ideas católicas religiosas en mitos griegos no había sido conocida en España, porque bajo este aspecto no supera en nada á otras innumerables obras de la misma índole.

No hay necesidad de advertir que no se guarda el orden cronológico, y que los profetas, por ejemplo, aparecen juntos con los apóstoles. Tampoco hablaremos de los anacronismos, censurados por la crítica estrecha, puesto que en el imperio de estas poesías se prescinde del cómputo del tiempo. Calderón fué quien dió mayor perfección y forma más artística al auto sacramental.