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Y el viejo, que lo citaba como modelo á los otros arrendatarios, cuando estaba frente á él extremaba su crueldad, se mostraba más exigente, excitado por la mansedumbre del labrador, contento de encontrar un hombre en el que podía saciar sin miedo sus instintos de opresión y de rapiña. Aumentó, por fin, el precio del arrendamiento de las tierras.

Al principio del acto tercero se nos ofrece Ludovico, que regresa á Irlanda después de viajar largo tiempo por toda Europa, no guiándole otro propósito que matar al general Filipo, en quien no ha podido saciar su sed de venganza. En la noche, en que espera á su enemigo, se le aparece un caballero disfrazado, y lo provoca á la pelea. Ludovico la comienza, pero sus golpes sólo hieren al aire.

Mas cuando, por las circunstancias que quedan referidas, tuvo Jacobo que humillarse a ella y mostrársele rendido y avasallado, crecióse Currita al punto, y sin disminuirle en nada su íntima confianza, ni cercenarle tampoco los continuos y siempre indecorosos beneficios que le prodigaba, comenzó a dejarle sentir su yugo, a hacerle comprender que ella era allí la dueña absoluta, y a saciar su vanidad, primer elemento que en todos los actos de su vida y todos los sentimientos de su corazón entraba, presentándole a los ojos del mundo, vencido, sujeto y atado, como un hermoso rey prisionero, a las ruedas de su carro.

Ronzal ya no parecía a la de Páez un hombre tosco, sino un hombre; las del barón se humanizaban, las niñas de la clase media olvidaban los huesos que enseñaba la nobleza, y pensaban en la alegría ambiente, se entregaban al baile con furor invencible, como ansiando beber en aquella atmósfera perfumada, demasiado perfumada tal vez, el licor desconocido que pudiera saciar sus vagos anhelos.

Parecíale que la muda barraca se burlaba da él; y abandonando su escondrijo, se arrojó contra la puerta, golpeándola á culatazos. Las maderas se estremecieron con este martilleo loco. Quería saciar su rabia en la vivienda, ya que no podía hacer añicos al dueño, y tan pronto aporreaba la puerta como daba de culatazos á las paredes, arrancando enormes yesones.

24 Cuando entrares en la viña de tu prójimo, comerás uvas hasta saciar tu deseo; mas no pondrás en tu vaso. 25 Cuando entrares en la mies de tu prójimo, podrás cortar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo. 2 Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro varón.

Fue gentilhombre con ejercicio y disfrutó de las ventajas y preeminencias que su caudal y nacimiento le concedían; pero no bastaban a saciar aquel corazón henchido de arrogancia. La extraña amalgama de la aristocracia de la sangre con la del dinero le hería y le irritaba.

Tan sólo siete tilos que ha olvidado la reja del labrador, adornan aquel pedazo de tierra inculta. A su sombra soñé yo durante mi infancia. Hay entre las rocas un pozo que guarda las aguas pluviales, donde el caminante puede saciar su sed. Sobre el terreno arcilloso de la era, hay en verano abundancia de mieses, donde los gorriones recogen alimento para sus hijuelos.

Nada de mi cuerpo me pide ella; el alma es toda suya, y nada del alma pongo al saciar, lejos de su presencia, apetitos que ella misma sin saberlo excita; en vano pensaba esto, porque agudos remordimientos le pinchaban cada vez que Ana, solícita, dulce y sonriente le pedía con las manos en cruz que se cuidara, que no entregase todas sus horas al trabajo y a la penitencia. «¿Qué sería de ella sin él?».

Porque no haciendo más que uno, allí dónde estés estaremos los dos. » ¡Oh dioses augustos, seres sublimes, venid a saciar vuestras miradas en nosotros!... Alejados el uno del otro, ¿quién nos separará?... Separados el uno del otro, ¿quién podrá alejarnos?... » ¡Salud a ti, Brunilda, resplandeciente estrella! ¡Salud, valiente amor!