United States or Peru ? Vote for the TOP Country of the Week !


16 Y el sacerdote hará perfume, en memoria del don, [parte] de su grano desmenuzado, y de su aceite con todo su incienso; [y esto será] ofrenda encendida al SE

Siempre que iba a la viña se presentaba con un sacerdote de distinta clase, adivinando por esto el capataz cuáles eran sus favoritos del momento. Unas veces eran frailes con vestimenta blanca y negra, otras pardos o de color de castaña: hasta los había llevado de luengas barbas, que venían de lejanos países y apenas si chapurreaban el español.

6 Entonces Moisés recibió los carros y los bueyes, y los dio a los levitas. 7 Dos carros y cuatro bueyes, dio a los hijos de Gersón, conforme a su ministerio; 8 y a los hijos de Merari dio los cuatro carros y ocho bueyes, conforme a su ministerio, a gobierno de Itamar, hijo de Aarón el sacerdote.

En las horas que allí permaneció, disimulándose en un portal ó detrás de algún carro, sólo vió salir dos ó tres mujeres que parecían criadas y entrar y salir un sacerdote.

Soñaba ahora, soñaba en los pasados tiempos; Susana y yo nos casábamos otra vez y el sacerdote, Jacobo, era... ¿Sabes quién era? ¡! Melín se rió y sentose sobre la cama, con el papel en los dedos. ¿Es buena señal? preguntó Moreno. Ya lo creo: di, compadre, ¿no sería mejor que te levantases? Moreno de Calaveras se levantó con la ayuda de la mano que Melín le ofrecía. Creo que fumas.

Es malo, es espantoso... acabó en el último grado de la indignación. ¡Ah! señor cura, señor cura... ¿Qué ha hecho usted de Magdalena? Caín, ¿qué has hecho de tu hermano? parodió dulcemente el sacerdote. Pero señora, continuó con más vivacidad, no he hecho nada malo de Magdalena, que yo sepa.

Ella había dudado una semana antes entre recibir á un pastor calvinista ó un sacerdote católico. En su vida cosmopolita, de incierta nacionalidad, no había tenido tiempo para decidirse por una religión. Al fin, escogía al último, por parecerle más simple de intelecto, más comunicativo... Varias veces interrumpió al sacerdote cuando intentaba consolarla.

Entonces el enfermo, tembloroso y lívido, cruzó las descarnadas manos, humilló la cabeza sobre el agitado pecho, y con una voz que parecía salir del fondo de una sepultura, respondió a las palabras del sacerdote: Averte faciem tuam a pecatis meis: et omnes iniquitates meas dele.

Alumbraba la escena una luz mortecina, emanada de una vela colocada en el cuello de una botella. El moribundo, al entrar el sacerdote, levantó la cabeza toda reatada y la dejó caer pesadamente sobre la bolsa que le servía de almohada. ¡No se mueva, hermano!...—dijo Cañete con voz que quiso hacer tierna, y acercando a la cama del enfermo la única silla que había en el cuarto, se sentó.

La sumisión cobarde del Vara de plata era la primera victoria de los más audaces que formaban el acompañamiento de Luna. El sacerdote avaro y despótico bajaba los ojos ante ellos y sonreía con el deseo de ser agradable. Esto se lo debían al maestro.