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Hay circunstancias en la vida en que un consejo dado con oportunidad puede sacarnos de un serio conflicto. Yo me encuentro, por desgracia, en una situación bastante apurada, y pienso que ninguna persona mejor que usted puede serenar la tormenta que me amenaza. Vamos, vamos... Al parecer se trata de un caso de conciencia, ¿no es así? Algo de eso.

Vino a sacarnos del pupilaje, y teniéndonos delante, nos preguntaba por nosotros. Y tales nos vió, que sin aguardar a más, trató muy mal de palabras al licenciado Vigilia. Nos mandó llevar en dos sillas a casa; despedímonos de los compañeros, que nos seguían con los deseos y con los ojos, haciendo las lástimas que hace el que queda en Argel viendo venir rescatados sus compañeros.

Por un instante me olvidé de mi inolvidable monja, y estuve a punto de cometer una repugnante infidelidad declarándome a Joaquinita, cuando vino a impedirlo y a sacarnos de nuestro embelesamiento el amigo Villa. ¡Hola! ¿Ya forman ustedes rancho aparte? dijo en un tono brutal que no me agradó, plantándose delante de nosotros.

En circunstancias muy críticas, no hay más remedio que perder la vergüenza... ¿No se te ocurre, como a , que tu D. Romualdo podría sacarnos del compromiso?». La criada no contestó. Preparando la comida de su ama, daba vueltas en su mente a las combinaciones más sutiles. Repetida la proposición por Doña Paca, pareció que Benina la encontraba razonable. «D. Romualdo... , .

Menester es, si tales cuestiones han de tocarse sin escandalizar a las gentes, que por larga experiencia y profundo estudio sepa tocarlas el escritor con destreza y suavidad, como el cirujano y el dentista que manejan bien el escalpelo y el gatillo para rebanarnos un pedazo de carne o para sacarnos una muela sin inútil dolor y sin grave daño.

No faltaban entre los soldados ordinarios algunos, que con secretas pláticas alteraban los ánimos para nuevos movimientos, diciendo: ¿Qué nos importaba haber vencido tantas veces, si se nos quita el premio de las manos? ¿Para esto salimos de nuestra tierra, y del regalo de la patria; para tener por recompensa del peligro de la vida tantas veces aventurada una pequeña paga? ¿Después de ganada una Provincia sacarnos de ella, y darnos por galardon de tantos servicios una nueva y peligrosa guerra?

A ver añadió dentro de un rato, venga eso y cogió el pasaporte y lo miró. ¿Y usted quién es? Un amigo del señor. ¿Y el señor? algún francés de esos que vienen a sacarnos los cuartos. Tenga usted la bondad de prescindir de insultos, y ver si está ese papel en regla. Ya le he dicho a usted que no sea insolente si no quiere usted ir a la cárcel.

Vuesa merced, señor amo, me la haga de tomar este dinero y acudir a este negocio; y en tanto que esto se gasta, yo escribiré a mi señor lo que pasa, y que me enviará dineros que basten a sacarnos de cualquier peligro. Abrió los ojos de un palmo el huésped, alegre de ver que en parte iba saneando la pérdida de su asno.

Te aseguro que es gran beneficio del cielo el sacarnos de aquí cuanto antes. »Y lo sentía como lo afirmaba..., y yo, ¿yo si que le envidiaba aquella conciencia pura y tranquila en que se reflejaba su ardiente fe, como el sol en un espejo! »También en aquella escena, que fue larga, parecíamos Ángel y yo los enfermos, y Luz la enfermera.

Vino a sacarnos del pupilaje y teniéndonos delante nos preguntaba por nosotros. Y tales nos vio que sin aguardar a más, tratando muy mal de palabra al licenciado Vigilia, nos mandó llevar en dos sillas a casa. Despedímonos de los compañeros, que nos seguían con los deseos y con los ojos, haciendo las lástimas que hace el que queda en Argel viendo venir rescatados por la Trinidad sus compañeros.