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No le diré una palabra de lo ocurrido. Si le conocierais sabríais que no es posible desobedecerle sin atenerse á terribles consecuencias, y yo le he desobedecido.

Me lo figuraba dijo Fortunata, y después le dio cuenta de lo que había dispuesto y de lo que le indicó a Papitos que comprase. «¡Ay! Me parece que he estado un año fuera de mi casa. Me ocurría que no sabríais desenvolveros y que la mona se declararía en cantón, haciendo lo que le daba la gana. Ahora a casa, que es madre. Ya hemos cumplido.

Pero ahora se acerca la Navidad, el santo día de Navidad, y si llevarais a asar vuestra cena y si fuéseis a la iglesia para verla adornada con muérdago y follaje, oír el oficio y comulgar en seguida, os sentiríais mucho mejor. Sabríais a qué ateneros y podríais poner vuestra confianza en Aquel que sabe más que nosotros, puesto que habríais cumplido con lo que es el deber de todos.

Y vos tenéis un excelente hermano que guardará bien vuestro secreto, y vos seréis muy amable con él. Voy a deciros lo que pasa dijo Godfrey trémulo y vuelto a ponerse pálido . Mi paciencia está casi agotada. Si fuerais algo más vivo, sabríais que es posible llevar a un hombre demasiado lejos y hacerle tan fácil franquear este o aquel obstáculo.

No de otra manera que viéndolas: se parecen en todo, no sabriais decir en qué discrepan; pero hay alguna cosa que no las deja confundir: á la primera ojeada lo percibís, sin atinar lo que es. aquí todo mi pensamiento.

No, porque me necesitáis... no... porque sin no sabríais muchas cosas que pasan en palacio... no... porque vos no tenéis derecho para reprenderme... me habéis perdido. ¡Estás loca! exclamó el duque levantándose irritado. Loca, ; fuera de ... desesperada... ¿qué me importa todo...? se va... me deja... me abandona... y no ha de irse. Volvióse á sentar el duque.

Y si vos no estuviérais en todas partes, no sabríais ese secreto endiablado de hace veintidós años, ni este otro secreto reciente... Os pido por caridad, hermano bufón, que calléis, que calléis como habéis callado acerca del secreto de la duquesa... y como nos embrollamos y nos revolvemos, bueno será que volvamos á buscar el hilo. Decíamos...

Fió el buen rey Nabuzan su cuita del sabio Zadig. Vos que tantas cosas sabeis, le dixo, ¿no sabríais modo para que tope yo con un tesorero que no me robe? por cierto, respondió Zadig; un modo infalible de buscaros uno que tenga las manos limpias. Contentísimo el rey le preguntó, dándole un abrazo, como haria.