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Esto, unido a cierto modo extraño y constante de sobarse las rodillas con la palma de las manos como si estuviera dándoles fricciones de algún bálsamo antirreumático, produjo en D.ª Carolina un movimiento de impaciencia que procuró refrenar con su amabilidad característica. Al cabo rompió. Señora, aquí Presentacioncita sabe perfectamente...

Raro ejemplo y clara demostración de que para la enseñanza no suele ser más útil quien mejor ejecuta sino quien sabe colocar al aprendiz en condiciones propicias al desenvolvimiento de sus recursos propios.

También tengo un preparado de fósforo, que mata por envenenamiento de la sangre. Pero lo bueno está aquí, míralo; el verdadero ojo de boticario, la bendición de Dios. Esto que mata, y pronto. ¿Ves este polvo gris? Es la gelsemina, la maravilla de la toxicación. La bestia se estremece sólo de verla; porque sabe que con esto no hay bromas. Muerte instantánea».

De todos modos, un pueblo que sabe mantener el culto de semejantes epopeyas revela sólidas virtudes y es digno de la libertad. LOS PEQUE

Pero ¡gran Dios! qué hombre es usted, si no me cree... y si creyéndome persiste en sus designios de odio y de venganza... No, no, no dejará de hacer usted un llamado a su razón, a su justicia y a su lealtad... No quisiera herirle, Dios lo sabe... pero en un interior como el nuestro, en una situación como la mía... ¿qué quiere que una joven haga de su tiempo, de su corazón, de su pensamiento y de su vida?... Usted tiene sus queridas... déjeme siquiera mis amigos... y puede estar seguro de que tendrá que elegir entre los amigos confesados, y los amantes ocultos.

D. Fernando VII, integridad de estos sus dominios y completa obediencia al supremo gobierno nacional que lo represente durante su cautividad: pues que, como V. E. sabe bien, es la monarquía una indivisible, y por lo tanto debe obrarse con arreglo á nuestras leyes, y en su caso, con conocimiento ó acuerdo de todas las partes que la constituyen, aun en la hipotesis arbitraria de que la España se hubiese perdido enteramente, y faltase en ella el gobierno supremo representativo de nuestro legítimo Soberano.

Un tejedor que encuentra frases difíciles de comprender en su libro de himnos, no sabe nada de las abstracciones: es como el niño que nada sabe del amor maternal, y no conoce más que un rostro y un seno hacia los cuales tiende los brazos para buscar en ellos un refugio y alimento. ¿Y qué cosa podrá haber más distinta en aquel mundo del Patio de la Linterna que aquel mundo de Raveloe?

Nada de eso: me parece que, aunque sea un buen chico, no está justificado que renuncies por él a lo que te reserve el porvenir. Nadie sabe lo que es el porvenir para una doncella.

La Gaceta no dice nada, al menos La Correspondencia no lo copia. Pero el Gobierno lo sabe, y en el Ministerio de la Guerra no se habla de otra cosa. El hermano de un cajista de casa está de escribiente en la Dirección de Infantería, y allí lo ha oído. Y por el Maestrazgo, ¿no hay nada? Todavía... Como no tengan mano de hierro, estamos perdidos.

Quién sabe si no se le había escogido deliberadamente, desde la Corte, con la traza de una casual designación. De todos modos, aunque así no fuera, el monarca oiría muy pronto su nombre.