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El riesgo aumenta siempre, matemáticamente, en proporción a la ganancia. No hay nada más justo. No hay nada más equitativo. Si yo fuera escultor y quisiera representar a la Equidad, la representaría en forma de croupier manejando una ruleta... Una ruleta sin cero observo yo. Claro. Una ruleta sin cero.

Los tenderos pagan distintas contribuciones y obedecen á distintos reglamentos, según tienen sus escaparates á la derecha ó á la izquierda. Toledo quedó pensativo un momento. ¡Los milagros de la ruleta! continuó . ¡El poder mágico del «negro» y el «rojo»! El Casino dicen que es un portento de mal gusto, pero chorrea oro como una iglesia rica.

Mientras tanto, las leyes de la ruleta continúan en el misterio. ¿Gira la bola alrededor de la ruleta, o gira la ruleta alrededor de la bola? He aquí una cuestión bien clara y concreta y que, siendo fundamental, no ha obtenido solución todavía. ¿Cómo podrían haberla obtenido las otras? La ruleta me decía un amateur es la única obra humana verdaderamente perfecta.

Los jugadores que presumen de científicos, que leen la revista de Montecarlo y que hacen sus posturas con arreglo a un plan, no pasan de ser algo semejante a los antiguos astrólogos. No existen aún astrónomos de la ruleta. Acaso mi vecino sea un nuevo Giordano Bruno, a quien hará quemar el Sr. Marquet en la terraza del Casino.

De tan equitativa que es la ruleta, ha habido que ponerle un cero para garantizarle a las empresas sus gastos infinitos. Convénzase usted. La ruleta es la única obra humana verdaderamente perfecta... Esto decía mi amigo; pero actualmente mi entusiasmo supera al suyo. Para , la ruleta es algo más que una obra humana. Es, como he dicho antes, todo un sistema planetario.

D. Salustiano tenía una convicción en la vida: la de que nunca se gana a la ruleta, y he aquí que una bola ciega, un azar incomprensible, acaba de destruir esta convicción. ¿Qué le queda ahora a D. Salustiano? Nada más que las 500 pesetas. En lo futuro, su existencia carecerá de todo sostén ideal, y será una cosa baldía... Juéguese usted las 500 pesetas a una docena le aconsejo.

Luego, en la ruleta, los he visto manejar á fajos los billetes de mil francos. Los jugadores que entraban eran interpelados desde las mesas. ¿Aún sigue ganando?... Se referían á la de Delille. Las noticias no eran acordes. Unos parecían indignados: «; continuaba ganando con una suerte insolenteSe había desvanecido el entusiasmo del primer momento.

Aceptólas Jacobo gozosísimo, creyendo ya con esto conjurado el peligro, y gastóse alegremente en excursiones por Italia todo su dinero, dejándose en la ruleta de Mónaco hasta el último céntimo del que había sacado al tío Frasquito.

Aclayar es un poeta del cálculo de probabilidades, un estoico de la ruleta y de sus malas artes de hembra caprichosa, un apóstol del martingala.

Primeramente, Castro... Luego, Novoa. Hasta el coronel estaría en aquel momento paseando ante la tienda de una modista, á la espera de la chica del jardinero. Quedaba Spadoni, pero su fidelidad valía poco. Para él no existía otro femenino que el de la ruleta. Se detuvo el carruaje más allá del Museo Oceanográfico, donde empiezan los jardines de San Martino. Alicia pagó al cochero.