United States or Central African Republic ? Vote for the TOP Country of the Week !


Contra Tomás no se atrevió a revolverse por no herir los sentimientos de Rosa, aunque buenas ganas se le pasaron de hacerlo.

Hállase sólo una de estas comedias, titulada La púrpura de la rosa, destinada toda al canto. Por lo que hace á su mérito poético, han de estimarse algunas entre las mejores obras de Calderón, ofreciendo los mitos antiguos bajo un aspecto moral al estilo romántico; el elemento poético es siempre aquí lo principal, empleando sólo ese ornato externo y pomposo como una envoltura agradable.

Es costumbre pintarla cada año; así como hoy la ves color de rosa, ha estado pintada de celeste, amarillo, verde, de todo menos de negro, pues hay aquí la creencia, cosas de los indios, que si llegara a pintarse de ese color, ocurriría alguna desgracia.

Bien le , bien le ; pero estaba Ángela despierta y no podía bajar... Por cierto que me hizo reír cuando me dijo: «¿Oyes, Rosa? Ahí está Juan el de la tía María silbando.

Cásase después con el duque de la Rosa, noble francés; cae enferma, y promete, si se cura, hacer una peregrinación á Santiago de Compostela.

La gente que circulaba por la calle comenzó a moverse también en dirección a la iglesia. Andrés marchaba delante, con Rosa y Máxima. La tía Eugenia los escoltaba dando la mano al pequeño.

Y las ropas del maestro, todas las brillantes estofas de esplendor oriental, impregnadas de esencia de rosa; frascos enteros derramados al azar, saturado el ambiente de un perfume de jardín fabuloso, capaz de marear al más fuerte y que excitaba al monstruo en su lucha con lo desconocido.

Los colores de tu tez celeste se parecen al bermellon que hermosea las megillas de un nino dormido en el seno de su madre y mecido con los latidos de su corazon; se parecen al color de rosa que dejan caer los ultimos rayos del dia sobre la nieve de los ventisqueros, y que puede equivocarse con el pudico sonrosado de la tierra recibiendo las caricias del cielo.

Dejó caer de sus manos la rosa cuyas espinas iba quitando y, apoyándose de codos en la mesa, se quedó pensativa un momento. Se entreabrieron sus labios, como a punto de hacer una confidencia, mas en seguida cerráronse otra vez.

Usted me comprende mejor que él y que nadie. Es particular; el día en que no puedo cambiar dos palabras con usted parece que me falta algo, parece que no tienen jugo que beber las raíces de la vida, parece que se seca la savia del ser...». Tiraba Pez hacia lo poético y filosófico, y Rosalía, oyéndole con henchimiento de vanidad y de nariz, aplastaba contra esta la rosa, cuya fragancia les envolvía a entrambos.