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Aquí, un brazo encogido sobre el mármol, sin más que los huesos y los tendones, tirantes y limpios como si fuesen a vibrar: un arpa para tañerla en una fiesta de caníbales. Más allá, piernas que mostraban el cruzado almohadillamiento de los músculos rojos; troncos abiertos al aire, con el rosa tierno de sus costillajes.

Porque puede usted creerme, y se lo juraría si fuese lícito jurar: bien sabe Dios que la tal mujer hasta me es aborrecible, y que no le habré mirado a la cara media docena de veces desde que estoy en los Pazos. No, pues a la cara se le puede mirar, que la tiene como una rosa.... Ea, sosiéguese: a se me figura que nadie piensa mal de usted con Sabel.

Las gracias corporales de Rosa le habían dado golpe desde que la vio; mas ahora, la viveza de su genio, su natural tímido y bondadoso con apariencias de desenfadado y huraño, la frescura de su misma ignorancia, le iban cautivando en demasía. Cuanto más tiempo pasase, más dificultoso le sería romper el encanto. «Nada, nada, es necesario cortar esto de una vez.

Mas no por eso has de deducir de aquí, lector pío siempre, y esta vez no discreto si tal deduces, que sea igualmente inmoral el escritor que confiesa paladinamente que hay ladrones, que da la voz de alerta contra ellos y los saca a la vergüenza pública, pintándolos con todas aquellas sus negras tintas que sufre el decoro y hacen al vicio antipático y odioso, y se ayuda así del mal para hacer el bien, a la manera que la primavera se ayuda del estiércol para fabricar la rosa.

ROSALÍA. ¡Oh!... camisetas tengo de dos o tres clases... MILAGROS. Falda de raso rosa, tocando al suelo, adornada con un volante cubierto de encaje. ¡Qué cosa más chic! Sobre el mismo van ocho cintas de terciopelo negro. ROSALÍA. ¿Y bullones? MILAGROS. Cuatro órdenes.

Peralta en su Lima fundada, y el conde de la Granja, en su poema de Santa Rosa, traen detalles sobre esos luctuosos días. El sentimiento cristiano atribuye la retirada de los piratas a milagro que realizó la virgen limeña, que murió dos años después, el 24 de agosto de 1617.

Mirábalas una a una, aspiraba su aroma, y en la corola de la más bella, en el ramillete más lindo, dejaba un beso silencioso que yo me apresuraba a recoger. Por aquel beso hubiera yo subido entonces, en busca de flores, hasta lo más encumbrado de la sierra; ahora no caminaría yo cien metros en busca de una rosa, así fuese para obsequiar a la mujer más bella.

Cual hadas misteriosas de un ensueño, son la nieve y la rosa de tu encanto que aumentan la porfía de mi empeño; ¡Oh amor inexplicable, bajo el manto de las blancas cenizas de mi sueño entona el himno de su ardiente canto! HERMANOS ESPA

Se marchitó como rosa Que su perfume derrama, Como fosfórica llama Un solo instante vivió; Porque faltaba á su alma El aire puro del cielo, Y tomando raudo vuelo Otra atmósfera buscó. Aquellos dos pensamientos Su vida simbolizaban, Ó quizá identificaban Su vida, su alma y su ser, Porque apenas en su pecho Hallaron tibia guarida, Pálida y desfallecida Bajó la marchita sien.

El Boletín de Comercio, y La Estrella, La Revista y La Abeja las metáforas de Martínez de la Rosa y las interpelaciones del conde de las Navas, todo se funde en uno dentro del cesto de la trapera.