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Estaba aislada, cerca del camino, y tenía delante una corralada; por detrás, miraba a la finca donde Andrés había penetrado de improviso, y tenía puerta para el servicio de ella. Llamaban a aquel sitio el Molino, por más que no estuviese allí, sino un poco más lejos. Tomás y su familia no eran conocidos más que por «los del MolinoTomás el molinero, Rosa del molino, Rafael el del molinero, etc.

Works: Libro de los cantares , Cuentos de color de rosa , Cuentos campesinos , Cuentos populares , Narraciones populares , Cuentos de vivos y muertos , Nuevos cuentos populares , et al. Died in 1900. Works: Poesías , Nuevas poesías , Una docena de cuentos , Nuevos cuentos , et al.

La emoción de este parecía haber pasado al tío Frasquito, y conociendo el pobre viejo su debilidad, decidióse a buscar apoyo en el más fuerte... Cogió por un brazo a Jacobo y llevólo sigilosamente a su alcoba, nido risueño, tapizado con seda de Persia celeste, cubierto el pavimento con pieles blancas, con una cama de palo de rosa muy baja, muy aérea, vago conjunto de encajes, holandas y sedas celestes, semejante a una crespa ola del mar coronada de espumas blancas.

Alargando el hocico hacia la derecha, veía asomar por la portezuela uno de los brazos de la dama sacrificada al vil metal. Aquel brazo rígido y aquel puño de rosa hablaban enérgico lenguaje á la imaginación de Migajas, que en medio del estrépito de las ruedas oía estas palabras: ¡Sálvame, Pacorrito mío, sálvame!

La ciencia de un buen médico y el cuidadoso esmero de su criada Juana, lograron conservar su vida y devolverle la salud. Durante la enfermedad y más aún en la convalecencia, en voz baja, al oído, tiñéndose sus pálidas mejillas de leve color de rosa, preguntaba ella con frecuencia a Juana: ¿Ha venido a saber cómo estoy? ¿No le has visto? ¿No ha hablado contigo?

Rosa, que había sonreído melancólicamente hasta entonces, recobró su carácter bullicioso. Cuando terminaron, ella, Máxima y Andrés se pusieron a retozar entre los árboles, persiguiéndose con gritos. Sentábanse a descansar breves instantes formando grupo debajo de algún árbol y en seguida tornaban al juego con más ardor.

Servían de refugio al personal libre y guardaban las municiones á cubierto de una explosión. Un artillero les mostró dos bolsas unidas de tela blanca, bien repletas. Parecían un salchichón doble y eran la carga de uno de los grandes cañones. La bolsa quedó abierta, saliendo á la luz unos paquetes de hojas color de rosa.

En pie, cerca de ellos, con una hoz en las manos, vieron a un paisano viejo, la faz demudada, los ojos inyectados en sangre por la cólera, el cual, encarándose con Rosa, vociferó más que dijo: Oye, grandísima pendona, ¿no te he dicho ya que si la vaca volvía a saltar a la tierra te iba a cortar las orejas?... ¿Sabes que me están dando intenciones de hacerlo para que aprendas de una vez a tener más cuidado, mala cabra?

Maltrana ya no pensaba en si la vida era alegre o triste, negra o de color rosa. La vida era sencillamente un aburrimiento, y el helenismo una farsa de los libros.