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En definitiva, el chico de Esteven cargaba con los gastos de representación de Quilito, comodidad muy grande e inapreciable para el que no tiene en su presupuesto partida tan importante y necesaria. Quilito pasaba por el rodrigón de su primo Jacinto, y a él acudía siempre aunque, por delicadeza, no dejaba de hacerlo también con X *, Y * Z * y los demás de su círculo. Vaya por Jacintito, pues.

Recayó, pues, la comisión en Perico Gonzalvo, que, cargando con su hermana, hubo de llevársela al Sardinero, contando con que no faltarían amigas que allí le relevasen en su oficio de rodrigón. Así fue: sobraban en la playa familias conocidas que se encargaron de zarandear a Pilar, y de llevarla de zeca en meca.

Y con esto Florela se fue a buscar al rodrigón García para disfrazarse, y acompañada de él ir a lo que el curioso lector verá más adelante, si continuare leyendo. En que se suspende la historia para decir algo de Miguel de Cervantes.

Todos estos pensamientos incoherentes, revueltos, se agitaban de tal modo en la cabeza del cocinero mayor, que andaba maquinalmente sin ver por dónde iba. Cuando entró en palacio por la puerta de las Meninas, sintió que le tocaban en un hombro. Volvióse y se encontró delante de un viejo apergaminado. ¡Ah! ¡el rodrigón de doña Clara Soldevilla! exclamó.

Me felicito exclamó Artegui sin menguar un ápice en seriedad . Pues, señora siguió volviéndose a Lucía , ya tiene usted aquí lo que tanto le hubiera convenido encontrar dos días hace: un amigo de su esposo, que con harta más razón, motivo y derecho que yo, puede servirla de rodrigón hasta que el señor Miranda aparezca.

Isidora no le contestaba y adelante seguía, llevándolo como rodrigón. Ella miraba al suelo, él el cielo. Sin saber cómo, halláronse en las Vistillas. Caía la tarde.

Leyó el papel que en tales confusiones y en tal pelea con su razón la ponía, doña Guiomar a su doncella, y esta, sonriendo a lo picaresco, empero con el gracejo de sus pocos años y de su doncellil belleza, la dijo: ¿Pues hay más, sino que yo arremeta al rodrigón García, y le tome prestado un traje, y me pinte, y en blanca nieve convierta lo negro de mis cabellos, y de García acompañada, y de muchacha trocada en rodrigón viejo, a esas calles de Sevilla me eche, y busque, y averigüe, y con vuestro enamorado me tope, y le arme una trampa en la que caiga antes de que en el empeño, que a él pudiera costarle caro y a vos, se meta?

Á todo esto, D. Primitivo había sacado de las profundidades de su gabán una enorme podadera, y prodigaba minuciosos cuidados á los manzanos, hacia los cuales se sentía atraído por simpatía irresistible. Aquí le cortaba un renuevo á uno, más allá le quitaba un caracol á otro, en otra parte levantaba un rodrigón que se había caído, etc., etc.

Señor Francisco, yo digo lo que me dicen. Pues vamos allá exclamó Montiño con una resolución heroica. Subieron por la escalerilla de las Meninas, atravesaron parte del alcázar, y al fin el rodrigón abrió una puerta, hizo atravesar á Francisco Montiño una antesala y le introdujo en una sala. En ella, sentada junto á la vidriera de un balcón, estaba la hermosa doña Clara.

Sea por muchos años exclamó el rodrigón, que era el más viejo y el más autorizado ; que Dios haga muy felices á sus mercedes... este es el segundo casamiento que veo en la casa... cuando la señora madre de vuesa merced se casó... Os dió muestras del aprecio en que os tenía; yo os las daré también; ahora idos; quedáos vosotras añadió, dirigiéndose á las doncellas ; necesito vestirme.