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Cada pueblo dará, digámoslo así, nueva vestidura á la naturaleza que le rodee. Con campos y caminos, moradas y construcciones de todo género, por la agrupación impuesta á los árboles, por el ordenamiento general de los paisajes, la población dará la medida de su ideal propio.

Lo cierto es que sentí un extremado enternecimiento al ver a mi lado a aquella hermosa criatura en todo el esplendor de la juventud, de la gracia y de la fuerza, y que debía ser mía. Rodeé con el brazo su talle, y, teniéndola muy cerca, le dije bajito: ¿Me ama usted?... ¡Yo la adoro!...

En la identidad de la extension concebida, no tienen ninguna parte las paredes del vaso: porque en el mismo lugar que este ocupa, pueden colocarse infinitos vasos de la misma extension: el aire circunvecino, ú otro cuerpo cualquiera que rodee las paredes del vaso, tampoco tiene nada que ver con la identidad de la extension: porque ese aire puede cambiarse, y en efecto se cambia continuamente, sin que el volúmen se altere.

»Con esto, me despedí al punto de entrambos; y ella, arrancándosele el alma, al parecer, se fue con su padre; y yo, con achaque de buscar las yerbas, rodeé muy bien y a mi placer todo el jardín: miré bien las entradas y salidas, y la fortaleza de la casa, y la comodidad que se podía ofrecer para facilitar todo nuestro negocio.

Rodeé la cintura de Sarto con mi brazo y sosteniéndole le hice salir del sótano, cuya destrozada puerta cerré lo mejor que pude. Permanecimos en el comedor, sentados y silenciosos unos diez minutos. Después el viejo Sarto se frotó los ojos, dio un profundo suspiro y pareció recobrar su calma habitual.

Entonces es usted feliz, hijo mío. ¡, lo soy! exclamó el doctor cayendo de hinojos, porque poseyendo esa fe ciega puedo postrarme a sus pies y decirle: «Padre mío, nadie mejor que usted merece que rodee su cabeza la aureola de los santos, puesto que ha consagrado a curar a los enfermos y a socorrer a los pobres su existencia entera. Todas sus acciones son puras y benditas a los ojos de Dios.

Anda en todo pecho la falsía, en todo cerebro la comedia: muchos la representan de tal suerte, que toman en serio su papel, y ni aun la muerte da fin a la farsa, pues otros fingen que les han creído, y la lisonja llega hasta el epitafio, manchando hasta los mármoles. Desconfía de cuanto te rodee y mantente en guardia casi más que contra las maldades ajenas, contra tus propias debilidades.

El Perú padece sin duda de los efectos de sus convulsiones intestinas; pero al fin, sus hijos no han salido a millares, y por docenas de años, a vagar por los países vecinos; no se ha levantado un monstruo que se rodee de cadáveres, sofoque toda espontaneidad y todo sentimiento de virtud.

Y la rodee un brazo a la cintura. ¡Oh! ¡qué es esto! ¡Dios mío! exclamó Amparo levantándose pálida como un cadáver. Mis celos son justos dije fingiéndome desesperado tu amor hacia un ser misterioso, te hace horrible toda demostración de amor por mi parte.

Esta... le contesté, y avanzando sobre el espacio del balcón hasta el rincón en que termina la reja, la impulsé suavemente, le saqué en un segundo uno de sus guantes, le tomé la mano, la llevé a mi boca, la rodeé con mis brazos el cuello y la cubrí de besos mudos e intensos que ella rehuía apenas, riendo entrecortadamente con cierta frialdad irritante.