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¡Ah, mis adoradores! exclamó ella riendo . No me hable de ellos; estoy harta... Le advierto, señor, que yo detesto a los muchachos. ¡Gente egoísta e insufrible! Me gustan más los hombres serios y de cierta edad. Saben querer mejor; rodean a una mujer de mayores atenciones.

Este medicamento no es insidioso, si se tiene en cuenta que los síntomas poco graves á que corresponde conmueven de tal manera al organismo, que las circunstancias de que se rodean no inspiran seguridad; así es que un vómito por ejemplo, con frio moderado al principio de una fiebre, se le verá complicado con una postracion considerable, con una sed ardiente, con un síncope.

Al día siguiente de recibir la carta, muy temprano, el Magistral salió de casa, fue al Paseo Grande, buscó un lugar retirado en los jardines que lo rodean; y sin más compañía que los pájaros locos de alegría, y las flores que hacían su tocado lavándose con rocío, volvió a leer aquellos pliegos en que Ana le mandaba el corazón desleído en retórica mística.

En su infancia, prolongada por la inocencia y la radiante salud, no cabían más placeres que correr por las alamedas que a León rodean, brincar con regocijo, cual pudiera adolescente ninfa retozando por los valles helenos.

La península que forman los ricos terrenos de Jalajala, y los poéticos sitios que rodean á Los Baños pueblecito así llamado por tener unas termas de reconocidas propiedades medicinales, son lugares que encontramos en los itinerarios de la mayor parte de los turistas.

En efecto, es tan imponente y grandiosa aquella construccion, que no obstante la falta de sus torres en la parte superior y la fealdad delas armazones y los materiales que la rodean, con motivo de los trabajos emprendidos para terminarla, produce en el ánimo del espectador una emocion de asombro, respeto y admiracion que no se disipa en muchas horas.

A medida que el vapor avanza, surcando las azuladas ondas del lago, que rodean montañas de córtes y perfiles caprichosos, los recuerdos históricos de Guillermo Tell van presentándose á la vista, el interes crece y se dispierta, la travesía se hace corta y agradable.

«Mi querido Pepe: Muy a despecho mío vine por aquí para no rebelarme contra los mandatos de mi señor padre; pero te declaro con franqueza que ahora me alegro en el alma de haber venido. Este lugar es lindísimo; los fértiles campos que le rodean hacen un paraíso de sus cercanías; y sus habitantes son amenos y regocijados. Yo aquí me divierto la mar.

Si hubiera tenido libertad para elegir, no habría preferido otra. No me compadezca usted porque en ella vivo: estoy en mi sitio.» «Escribe usted y eso lo hace porque debía ser. Que guarde usted secreto para quienes le rodean es una timidez que comprendo; y seguro estoy de que ha de sentir el deseo de confiarse a .

Todo lo que hay de civilizado en la ciudad está bloqueado por allí, proscripto afuera, y el que osara mostrarse con levita, por ejemplo, y montado en silla inglesa, atraería sobre las burlas y las agresiones brutales de los campesinos. Estudiemos ahora la fisonomía exterior de las extensas campiñas que rodean las ciudades y penetremos en la vida interior de sus habitantes.