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Así sucederia con las reliquias de diversos mártires que se veneran en la iglesia de los santos Fausto, Januario y Marcial, hoy parroquia de S. Pedro, y que no fueron descubiertas hasta el año 1575, por hallarse debajo de tierra, en una urna de piedra franca; otro tanto puede conjeturarse respecto de las imágenes de Nuestra Señora de la Alegría, que solo reapareció por los años de 1640 al hundir un tabique en la ermita de Rocamador del hospital de S. Hipólito: de Nuestra Señora de los Remedios, que fué hallada al tiempo de la reconquista por unos cautivos cristianos en una heredad de la Sierra, y cedida por el rey S. Fernando al convento de Trinitarios calzados; y de algunas otras.

Luego vemos establecida en este santuario una cofradía con el título de Nuestra Señora de Roque-Amador ó Rocamador, fundada en época incierta.

Ultimamente, en 1510, por donacion hecha á los religiosos de S. Francisco de Paula ó de la Victoria, de esta santa casa con todas sus pertenencias, la cofradía de Rocamador se trasladó al hospital de S. Hipólito, dentro de la ciudad, hoy ermita de Nuestra Señora de la Alegría; las emparedadas pasaron tambien á otra casa, y la iglesia del antiguo santuario se conservó unida á modo de capilla al nuevo templo que los religiosos de la Victoria levantaron.

Sin contar que no escaparéis á la venganza del arrendatario de Munster cuando sepa la villana manera como tratáis á su hermano en sus mismas tierras. ¡Nuestra Señora de Rocamador me valga! exclamó asustado el malhechor bajando su arma. ¿Vos hermano de Hugo de Clinton? ¡Cómo había de figurármelo! No seré yo quien os robe ni os detenga un momento más.

No tardará en volver para despojarme de los zapatos y de este camisolín, que para lo que tapa.... ¡Nuestra Señora de Rocamador me valga! ¿Y cómo fué ello? preguntó Roger, lleno de asombro. ¿Son ésas las ropas que me traéis? Dadme acá, por favor, que éstas ni el Papa me las quita, aunque le ayude todo el Sacro Colegio. ¿Que cómo fué?

De una ancha correa cruzada al hombro pendía henchido zurrón de los que por entonces usaban los viajeros; llevaba en la diestra un grueso bastón herrado y en la otra mano su gorra de paño pardo, que tenía cosida al frente una gran medalla con la imagen de Nuestra Señora de Rocamador. Veo que estás ya pronto á ponerte en camino, hijo querido.

Mis desgracias y mi desamparo han llegado á tal extremo que por fin me veo obligado á deshacerme de mis tesoros para procurarme algunos recursos con que terminar mi viaje. Voy al santuario de Nuestra Señora de Rocamador y allí espero acabar mis días. ¿Y qué tesoros son esos de que habláis? Helos aquí, sobre esta tabla.