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Detúvose de pronto, y careándose con Julián, le preguntó: ¿No le parece a usted como a que este casamiento tenía que salir mal? Mi hermana Rita ya era casi novia del primo cuando él me pidió.... Sin culpa mía, quedamos reñidas Rita y yo desde entonces.... No cómo fue aquello; bien sabe Dios que no puse nada de mi parte para que Pedro se fijase en .

¿Aquel gran lagarto? dijo Rita . Está allí porque lo cogieron sobre la bóveda del techo de la iglesia. ¡Ah! exclamó el barón, riéndose . Todo es gigantesco en esta catedral; ¡hasta los lagartos!

Salió la corta edad de la muchacha, su delicada salud, y hasta su poca hermosura alegó el padre, sazonando la observación con alusiones no muy reservadas al buen palmito de Rita y al mal gusto de no preferirla.

De eso ya me he enterado, sin molestarme en ir a la Alameda contestó el primo echando a Rita una miradaza que ella resistió con intrepidez notoria, y pagó sin esquivez alguna. Y en efecto, le fueron enseñadas al marqués de Ulloa multitud de cosas que no le importaban mayormente.

El tiempo contestó la marquesa ; el tiempo, que da fin de todo, por más que digan los novelistas, que sueñan en lugar de observar. Tía dijo Rafael , lo que estáis diciendo es tan prosaico como el gazpacho. ¿Te matarás si me caso con Luis? le preguntó Rita.

Pero siempre iba en primavera.... ¿Con este tiempo ha de salir de casa?... ¿No oye cómo «suena la nube»?... Habrá temporal.... El viento levanta tolvaneras por esos caminos.... ¿Tanta prisa tiene por marchar?... Prisa tengo, mujer; no puedo esperar ni un solo día.... Rita, convencida de la decisión del joven interrogó con blandura: ¿Despidióse de la niña?

D.ª Eloisa y D.ª Rita consumieron varios frascos de esencia, haciendo copiosas aspersiones, sobre todo a sus amigas, a quienes bañaban el rostro en medio de una algazara, que no por ser reprimida, era menos sabrosa. Poco a poco la religiosa solemnidad se iba trasformando en una fiesta de carácter íntimo y familiar.

¡Ya lo creo! exclamó D.ª Serafina, comiéndose con los ojos a su capellán. Y volvió a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guiños, prodigándose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad perfecta. La llegada de D.ª Rita no turbó poco ni mucho su éxtasis delicioso.

Clara se quedó yerta de miedo. "Cla ... Cla ... Cla ... rita exclamó la madre Angustias ciega de furor. ¡Niña mal ... mal criada! ¡Qué desaca ... ca ... cato es éste? Esta noche al ca ... ca ... caramanchón." Clara fué condenada aquella noche á dormir en el caramanchón, última pena que sólo se aplicaba muy de tarde en tarde á los más negros y raros delitos.

Por fortuna, aunque me esté mal el decirlo, yo soy tan prudente que ni el descuido de mamá ni el inútil amparo de doña Rita pueden perjudicarme. Y cuenta que me he visto, desde que salí hace tres meses al mundo, en ocasiones peligrosas. Si mamá tiene sus secretos y se los calla, yo también tengo el mío y me le callo, usando de represalias. Mi secreto es un novio... y guapísimo.