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A mi izquierda vislumbrábase la Saintonge, cuyas orillas seguía, en espectación, triste é insensible; á mi derecha el Medoc, del que me separaba el río, ofrecía una calma sombría; y detrás de , viniendo del Oeste, del Océano, se elevaba un mundo de negras nubes; aunque, de frente, una fuerte brisa terrestre de Burdeos parecía querer detenerlas.

Llegaron á grandes pasos, ó con precipitada marcha en el mismo dia cerca del Rio Curutuy, ó del Lavatorio, y se hizo en medio dia el camino, que á la ida necesitó cuatro, porque siempre la vuelta tiene los pies mas veloces.

Juan Díaz de Solís había llegado hasta una inmensa bahía por donde desembocaba en el mar un río muy caudaloso. Luchando allí con ciertos belicosos y fieros salvajes, llamados charrúas, Solís había perdido la vida.

Este es en substancia el concepto que tengo formado de los establecimientos de la costa patagónica, en los cuales lleva S.M. gastados hasta el mes de Mayo del año pasado de 1782, 1,024,051 pesos y 3 reares, segun las relaciones que me ha pasado el Intendente para instruir este informe: y por mucho que se minoren los gastos, segun se está practicando, será siempre considerable suma la que se emplee, pues no puede esperarse que el establecimiento de San Julian para sostenerse, ni que el del Rio Negro pueda darlo en el todo en este año, ni aun en el venidero.

Llegamos á su pueblo de improviso: salieron de sus casas á recibirnos de paz con sus arcos y flechas; pero levantándose pendencia entre ellos y los Cários, disparamos la artilleria, matando mucho número: cautivamos cerca de 2,000 muchachos y muchachas, saqueamos el pueblo, y ejecutado lo referido, con gran injuria de aquellos pobres indios que tan bien nos habian tratado, volvimos al Adelantado, que aprobó lo hecho; y viendo la mayor parte de su gente enferma y flaca, y la poca aficion que le tenian, se volvió con ella, por el rio Paraguay, á la ciudad de la Asumpcion, donde le repitieron las calenturas, y en catorce dias no salió de casa, mas por soberbia que por su enfermedad: tratando mal y con poca decencia á los soldados, que debiera tratar apaciblemente; dando sin aspereza las órdenes, respondiendo á todos con mansedumbre, haciéndoles creer que era mas prudente y virtuoso que los súbditos.

El 7, á las cinco de la tarde, llegué á donde estaba el barco, que solo habia caminado una legua escasa. A mi llegada, con las nuevas favorables que de ser el rio navegable desde las juntas con el de Tarija, se hizo una salva.

Después me llevó, y me hizo tornar por la ribera del río. 8 Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al desierto, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas.

Pero ésta tenía cerca su escoba, y los obligó con una rápida contraofensiva á refugiarse en la huerta, donde se subieron á los árboles. El viejo segador rió un poco, añadiendo después: El pobre Adán no sabía qué hacer. «¡Van á comerse todos mis higos y mis melocotones!», gritó levantando los brazos. Para él hubiera sido mejor un ciclón en su huerto que la entrada de la alegre soldadesca.

Yendo del Carpio á Almodóvar del Rio dejamos á la derecha del Guadalquivir la antigua Onova, hoy Villafranca; luego, á una y otra márgen, á Casablanca y Alcolea; mira en las Ventas, donde pastan las célebres yeguadas de la Regalada, el suntuoso y moderno puente de mármol negrizco que escitaba la admiracion del viajero Ponz, y del cual dicen los andaluces para ponderar su lindeza, que cuando los soldados de Napoleon lo vieron preguntaron si estaba hecho en Francia.

¡Qué sorpresa van a llevarse cuando no nos encuentren en el islote! dijo Cornelio. Nos buscarán; de eso estoy seguro dijo el Capitán . Esos tunos no renunciarán tan fácilmente a su presa; pero, si nos buscan, nos hallarán dispuestos a defendernos y no nos dejaremos sorprender. ¿Habrá pueblecillos en las márgenes de este río? No lo ; y hasta ignoro cómo se llama esta corriente de agua.