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El rey quedó atónito al ver en el río esta visión, porque la gente que de negro se viste, suele ser tan poco aficionada a Marte como a Neptuno.

2 Hijo de hombre, pon tu rostro contra Faraón rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. 3 Habla, y di: Así dijo el Señor DIOS: He aquí estoy contra ti, Faraón rey de Egipto, el gran dragón que yace en medio de sus ríos, el cual dijo: Mío es mi río, y yo me lo hice.

Y caminando rio arriba de Centa, sin saber donde estaba dicho fuerte y reduccion, á la media legua encontré una senda. Aquí atamos la canoa, y salí á pié con el práctico

En Río se seguía la vida de costumbre, si bien muchos caballeros y la elegante juventud dorada echaban de menos la tertulia de Rafaela, la cual andaba retraída y triste, y no recibía. Muchos jóvenes de la buena sociedad acudían con frecuencia al casino como único recurso.

Saliendo de Valdivia, hay como veinte leguas de montaña, y termina esta en Guinchilca, en la que hay tres rios de los dichos. El camino de la dicha montaña es ancho y llano, con algunos malos pasos, fáciles de componer. Lo mas fragoso de él se puede andar por el rio, hasta un lugar de indios, llamado Calle-calle.

Así como el famoso milímetro de Rhaudhá marca en Egipto las crecientes del desbordado rio que le hace fecundo, así la gran mezquita de Córdoba señala en Andalucía los progresos del arte arábigo invasor.

Alguien había trastornado profundamente la vida de la Presa. Al otro día notó también un gran cambio en los grupos que trabajaban junto al río. Los obreros dependientes del contratista estaban sentados en el suelo, fumando ó dormitando. Algunos de origen español canturreaban, tocando palmas y mirando á lo lejos, como si contemplasen la patria lejana.

Ustedes tienen el trabajo que les distrae, sus luchas con el río, las exigencias de los obreros. Yo me aburro durante el día; hay tardes que pienso en la posibilidad de matarme; y únicamente cuando llega la noche y se presentan mis admiradores encuentro un poco tolerable mi destierro... En otro sitio tal vez me hiciesen reir esos hombres; pero aquí me interesan.

Al mismo tiempo, una mueca violenta que reflejaba su enorme esfuerzo mental hizo bailotear un poco las dos filas de sus dientes, igualmente escandalosos por su blancura. ¿Pirovani?... ¡Ah, ! Aquel italiano que vivía en Río Negro y al que robó Moreno... No ; creo que nunca volvimos á hablar de su hija.

Pero Desnoyers no estaba para recordar las ingenuas opiniones de su madre. Apenas se hubo instalado en su hotel, junto al río, corrió á la gran hospedería convertida en hospital. Los guardianes le dijeron que hasta la tarde no podría hablar con el director.