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y la música de Bizet, saturada, por decirlo así, en la sangre misma de Merimée, distribuía al cuerpo de las mujeres que formaban los cuadros, los tonos calientes con que el joven maestro ha rimado ese extraño poema de amores plebeyos y bajas venganzas.

Dicen que fué holgazán, errátil e ilusorio, que dejaba secar la tinta en su escritorio. Lo quiso saber todo y al fin nada ha sabido. Y una noche de invierno, cansado de la vida, dejó escapar el alma de la carne podrida y se fué preguntando: ¿Para qué habré venido? Dijeron que se había ahorcado en una hora de locura. Pero este epitafio rimado demuestra lo contrario.

El yambo, no rimado, no se encuentra en ella, ni tampoco el verso de arte mayor, cuyo uso se había limitado mucho antes de este poeta; las canciones de forma italiana tampoco se ven en sus versos, y pocas veces las liras y las endechas.

Parece imposible que no exista en Paris una fonda, café ó cosa equivalente, que lleve por título: café, fonda, pastelería ó taberna de las costas de Oro. No seria esto más raro que un anuncio de la Union Agrícola, puesto en verso rimado de once sílabas, tan contadas como los dedos de la mano. Y no se crea que esto es pulla.

Jamás me pareció tan extraordinario como aquella noche, velada única y última en que quise oírle. Todo era selecto, hasta el idioma fluido, ondulante y rimado que presta a la idea choques sonoros y hace del vocabulario italiano un libro de música. Cantaba el himno eternamente tierno y lamentoso de los amantes que esperan.

La razón es que se aburría sola, y mi padre le proporcionaba distracción y divertimiento. Y, en efecto, por divertirse, maquinó un plan maligno y agudo, y fué que, como mi padre en su vecindad se ponía en estado de excitación poética y todo le salía en verso, ella le prohibió severamente que dijese nada rimado: «La poesía es salsa que fatiga la digestión.

La rima además tiene graves inconvenientes, cuando para vencer su dificultad, se emplean sobrados epítetos y participios en «oso, osa, ente y ante, ado y ada». Como quiera que sea, en este libro de El jardín de los poetas encuentro yo mejor y más brioso, inspirado y conciso que lo rimado, lo que está en endecasílabos libres.

Su vida había sido un amargo y desbordado rodar hacia abajo, como todas las vidas y todas las cosas, hacia las negras aguas del misterio. Y aconteció que la misma noche que un periódico publicaba el elogio rimado de su risa, una de esas sombras que cantan canciones lúgubres y corrompidas en la alta noche, me dió la nueva amarga. ¡La pobre ha muerto hoy en el hospital!

No es posible detenernos en todo el articulado de estos interesantes acuerdos, que comprueba las raices que el lujo había cobrado entre nosotros, aumentando cada vez más y más, no obstante las penas que entonces se impusieron á los infractores de la ley, las cuales, del mismo espiritu animado, impusa á su vez Don Alfonso XI de acuerdo con los representantes en Cortes reunidos en Alcalá de Henares en 1348, que tampoco fueron obedecidas en el reinado de sus hijos Don Pedro y Don Enrique, cuando por propia confesión del ilustre cronista y autor del Rimado de Palacio, poseia paños tan ricos, que con su valor podrían haberse vestído cien pobres.