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Ni siquiera das ese consuelo a la infeliz replicó Antoñona . sacrificas voluntariamente en el altar a esa mujer que te ama, que es ya tuya; a tu víctima: pero ella, ¿dónde te tiene a ti para sacrificarte? ¿Qué joya tira por la ventana, qué lindo primor echa en la hoguera, sino un amor mal pagado? ¿Cómo ha de dar a Dios lo que no tiene? ¿Va a engañar a Dios y a decirle: «Dios mío, puesto que él no me quiere, ahí te lo sacrifico; no le querré yo tampocoDios no se ríe: si Dios se riera, se reiría de tal presente.

Viole bajar y subir por el aire, con tanta gracia y presteza que, si la cólera le dejara, tengo para que se riera.

Su silencio era muy ridículo, es claro. ¿Qué estaría pensando aquel señor? Lo menos, que él estaba loco. Bien, ¿y qué? Valiente cosa le importaba en aquel momento a Bonis que se riera de él el mundo entero. ¡Nepomuceno había pagado los seis mil reales! Esto, esto era lo terrible. ¿Volvería a casa? ¿Se escaparía?

Antejósele a Jacobo que aquel militar era de la clase de tropa que iría al ministerio de la Guerra y siguióle con la vista muy atentamente... Mas el militar dobló la esquina de la casa de Riera, dando un resbalón, y desapareció por la calle del Turco... ¡La calle del Turco!... ¡Ah! ¡La calle del Turco!... Allí se había cometido cuatro años atrás un asesinato, otro asesinato, en la persona de un hombre famoso, de un amigo que le había hecho a él grandes favores, favores de lobo a lobo, pero al fin y al cabo siempre favores... También entonces habíase vislumbrado en aquello la mano de los masones, y él, ¡oh!, él sabía bien a qué atenerse... Por eso tuvo que huir a toda prisa impulsado por el destino, pícaro destino, que le arrebataba a Constantinopla a resbalar en otro charco de sangre y a emprender otra fuga a Italia, a Francia, a España más tarde.

Y como los náufragos agonizantes de hambre y de sed, que en sus delirios sólo ven mesas de festín y clarísimos manantiales, Batiste contempló imaginariamente campos de trigo con los tallos verdes y erguidos y el agua entrando á borbotones por las bocas de los ribazos, extendiéndose con un temblor luminoso, como si riera suavemente al sentir las cosquillas de la tierra sedienta.

D. Agustin de Aguirre, se dijo: Que en todo se conforma con el dictámen del Sr. D. Cornelio Saavedra, y que tenga voto general en los asuntos el Sr. Sindico Procurador. Por el Sr. D. Felix de Castro, se dijo: Que se conformaba con el parecer del Sr. Dr. Sola. Por el Sr. D. José María Riera, se dijo: Que igualmente se conformaba con el voto del Sr. Sola. Por el Sr.

Coronel. Emilio Avalos. Capitán. Raimundo Martín. Teniente. Ricardo Aguado y Abreus. Teniente. Arturo G. Quijano. Teniente. Abelardo García Fonseca. Teniente Coronel. Tomás Armstrong. Teniente. Lucio Quirós. J. Peñalver y Rondón. Capitán. Martín Marrero y Rodríguez. Capitán Pío Alonso y Riera. Capitán. Ernesto I. Usatorres Perdomo. Capitán. Luis A. Beltrán Moreno. Capitán.

Concluida la votacion, en la que han dejado de dar sus votos, por haberse retirado antes de llegarles la vez, los Señores D. Cristoval de Aguirre, D. Antonio Ortiz Alcalde, D. Jacinto de Castro, D. Ambrosio Lezica, D. Saturnino Alvarez, D. Sebastian de Torres, D. José María Calderon, D. José Riera, D. Raimundo Real, D. José Nadal y Campo, D. Joaquin de la Iglesia, D. Juan Bautista Ituarte, D. Francisco Marzano, Dr.

Con los ojos muy abiertos quedóse mirando a la calle, como si buscase allí la solución a sus dudas, la respuesta a sus temores... Frente por frente de la suya estaba la gran casa del marqués de Riera, cerrada hacía tantos años, con ese aspecto de secreto, ese aire de misterio que parecen tomar los edificios abandonados por largo tiempo, haciendo fantasear a la imaginación detrás de sus muros recuerdos de crímenes y sombras de aparecidos.

D. Mariano Irigoyen, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Norberto Quirno, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Vicente Anastasio Echavarria, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. José María Riera, vecino y del comercio; el Sr. D. Pedro Martinez Fernandez, idem; el Sr. Dr. D. Bernardo de la Colina, Presbitero; el Sr.