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Y ahora, repentinamente, después de la dulce flojedad de diez años de triunfo, con la rienda á la espalda y el amo á los pies, venía el cruel tirón, la vuelta á otros tiempos, el encontrar amargo el pan y el vino más áspero pensando en el maldito semestre, y todo por culpa de un forastero, de un piojoso que ni siquiera había nacido en la huerta, descolgándose entre ellos para embrollar su negocio y hacerles más difícil la vida. ¿Y aún vivía ese tunante? ¿Es que en la huerta no quedaban hombres?...

El buen gusto es «una rienda firme del criterio». Martha ha podido atribuirle exactamente la significación de una segunda conciencia que nos orienta y nos devuelve a la luz cuando la primera se obscurece y vacila.

Eso debía de ser». «Necesitaba arrojar la careta, dar rienda suelta a su mal ánimo, pisar algo con ira...». Se dirigió a Palacio. Así se llamaba por antonomasia el del Obispo.

El crucero, a poca distancia, levanta sus brazos de piedra manchados por el oro viejo del liquen.... La yegua, de improviso, respinga, tiembla, se encabrita.... Julián se agarra instintivamente a las crines, soltando la rienda.... En el suelo hay un bulto, un hombre, un cadáver; la hierba, en derredor suyo, se baña en sangre que empieza ya a cuajarse y ennegrecerse.

Rojas llamas se levantaron lamiendo y escalando los muros. Negra y espesa humareda envolvió el edificio como en velo enlutado de fúnebres crespones. Nada había advertido Morsamor. Satisfecha en Balarán su venganza, daba rienda suelta a su pena, abrazado al cuerpo inerte de Urbási, cubriéndole de besos y de lágrimas y anhelando hacerle revivir con su aliento.

En tanto que uno baja y otro queda Me fuerza Yamandú vuelva la rueda. Llegado este tacaño con las cartas Al isla, con placer fué recibido; El Juan Ortiz le dió cuchillos, sartas, Y de paño de grana un buen vestido. De dádivas y dones fueron hartas Sus manos, por pensar lo ha merecido, Y él pretende entregarse á suelta rienda En vida del cristiano y de hacienda.

Los de á caballo, como era llano el campo, alanceaban á su placer, entrando i saliendo á media rienda por los escuadrones enemigos; i aunque ellos i sus caballos andaban heridos, no por eso dejaban de batallar como valientes guerreros.

Y no solamente fué espectador humilde de estas escenas, sino que, dejando suelta la rienda á su fantasía desocupada, se puso á tejer novelas análogas de las cuales siempre resultaba él el héroe ó protagonista.

En algunas rejas, seguían aún varios embozados, pertinaces e incansables, pelando la pava con sus novias. La mayoría había desaparecido ya. En la calle, lejos de la vista de Antoñona, don Luis dio rienda suelta a sus pensamientos. Su resolución estaba tomada, y todo acudía a su mente a confirmar su resolución.

Pronto estuvimos en Bosa, distrito del departamento de Bogotá, antiquísimo pueblo chibcha, que fue el cuartel general de Gonzalo Jiménez de Quesada, antes de la fundación de Bogotá, y lugar de recreo del virrey Solís, que podía allí dar rienda suelta a su pasión por la caza de patos.