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No, señor, para que saliera a bebérselo en la primera esquina. Nanita, me ofendes con eso replicó Agapo; hace mucho tiempo que no tomo... desde aquella promesa que te hice. En cuanto a mi traje, no encontrarás un uniforme más apropiado para estos tiempos de crisis; ya se verán obligados a vestirlo muchos de los ricachos a la minuta, que se zarandean por ahí. Además, no estoy tan mal como dices.

Eran D. Francisco Morquecho y D. José María Porcell, paisanos míos, que venían a participarme el fallecimiento de D. Pedro José García de los Antrines, tío carnal de mi esposo. ¡Pobre señor; se ha muerto! exclamó Nina con toda el alma. Y el tal D. Pedro José, que es uno de los primeros ricachos de la Serranía... Pero dígame: ¿es soñado lo que me cuenta o es verdad? Espérate, mujer.

¿Á qué ha ido V. por allí? ¡Si le traerán á usted entusiasmado los divinos ojos de Nicolasa! No conozco á esa Nicolasa. ¿Que no la conoce V.?... ¡Bah!... ¿Quién no conoce á Nicolasa? Es un prodigio de bonita. Muchos hidalgos y ricachos la han pretendido ya. Pues yo no me cuento en ese número. Te repito que no la conozco.

Todas o la mayor parte de las casas de los ricachos lugareños de Andalucía son como dos casas en vez de una, y así era la casa de Pepita. Cada casa tiene su puerta.

Yo hice voto de pobreza y profesé en la santa Orden dominicana. Pues vean ustedes lo que son las cosas; en el acto mismo de adoptar la pobreza, me encontré con que poseía más riqueza que los más opulentos ricachos y potentados de la tierra.

Los hijos de don Salvador, unos ricachos tan avaros como su padre, creyéronse sumidos en la miseria porque el pedazo de tierra permanecía improductivo. Un labrador habitante en otro distrito de la huerta, hombre que las echaba de guapo y nunca tenía bastante tierra, sintióse tentado por el bajo precio del arrendamiento y apechugó con unos campos que á todos inspiraban miedo.

Los Valcárcel, oriundos de la montaña, habían bajado a las villas de las vegas y de la llanura a procurarse vida más holgada y muelle, y por todo recurso acudían al expediente de buscar matrimonios de ventaja, seduciendo a los ricachos de pueblo con pergaminos y escudos de piedra labrada, allá en los caserones de los vericuetos, y a las tiernas doncellas con las buenas figuras de arrogante vigor y señoril gentileza que abundaban en la familia.

Gener, en la peor de las esclavitudes bajo el yugo infamante de esos tíos ordinarios y de esos ricachos vulgares y pícaros, que, según nos cuenta, nos mandan y nos oprimen? Si por virtud de la evolución hemos de salir de tan horrible estado, la aurora superhumana, en vez de estar cerca, está lejísima; tardará millones de años en amanecer.

Entre los mozos, como había desdeñado a muchos, los pobres no se le acercaban por ofendidos o tímidos, y los ricachos, que si ella hubiera sido fácil hubieran porfiado por visitarla en su casa, temían desconcharse o rebajarse acompañándola en público.

Eran los forasteros, los ricachos que llegaban á la fiesta llevando una verdadera fortuna en sus bolsillos. Para conocer su importancia bastaba con fijarse en las miradas que lanzaban á las gentes y las casas, con altivez de magnates que descienden á mezclarse en una diversión campestre. ¿Y entre aquellas míseras gentes estaban los que habían osado desafiarles?... ¡Pobres cuitados!