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Y mirando hacia arriba en busca de luz, que ya nos faltaba abajo, montes erizados de crestas blanquecinas, y conos encapuchados de espesa niebla, y gárgolas de tajada roca amenazando desplomarse sobre nosotros; y a todo esto, el camino estrechando y retorciéndose cada vez más, subiendo aquí, bajando allá, y sin poder yo darme cuenta de si, desde que habíamos descendido del Puerto, bajábamos o subíamos en definitiva.

Ahí tienes un tiro que no yerra nunca. ¿Quieres más señas? Cuando Aurora sale de su obrador, él la espera en la calle de Santo Tomás y van juntos hacia el Ave-María. Los domingos, Aurora dice en su casa que va al obrador, y a donde va es a... Cállate; te digo que te calles gritó Fortunata retorciéndose los brazos . Eres un mentiroso, un calumniador.

Frases con las que dejaba helados a sus novios, que se contentaban con mirarla desde la esquina, blanqueando los ojos, retorciéndose el bigote, si lo tenían o pellizcándose el punto donde debieran tenerlo, y entregándose a toda suerte de ejercicios gimnásticos con sus respectivos bastones, cosa que creían la más sublime expresión del chic y la más elocuente prueba de su experiencia en asuntos amorosos.

¡Desdichada! murmuró él torvamente, volviendo a su abatimiento antiguo . ¡Das con el pie a la felicidad! es decir, a la felicidad no, pero al menos a su sombra, y sombra tan hermosa al fin.... Incorporose de pronto; sacudiéndose y retorciéndose como un león en la agonía. Dame una razón gritó . Si no, me mataré a tu vista.

Aquel hombre, retorciéndose de placer, insensible al cansancio, me pareció loco. «Es simplemente un empleado de la compañía, a sueldo como cualquiera de nosotros; me dijo el joven oficial hace cuatro horas que está tocando y tocará hasta el alba con brevísimos momentos de reposo. Una vez quisimos suprimirlo; pero cuando llegó el día, no se había hecho la mitad de la faena de costumbre.

Los gatos dejan muchos pelos en la ropa exclamó la zagala dando un cariñoso empujón á su amiga que por poco le hace caer de espaldas. ¡Vaya, que antes ya le pasarías la mano sobre el lomo!... ¡Pobrecito! ¡pobrecito menino! ¡Fu! ¡fu! ¡Zape! gritaba la niña emprendiéndola á pellizcos con la burlona y retorciéndose de risa. Sin embargo, al cabo quedó seria.

«Mátameles, ... añadió la diabla, retorciéndose las manos . ¡Hijos ella!... En el infierno los tendrá...». Cayó desplomada sobre las almohadas, chocando la cabeza contra los hierros de la cama. Maxi alargó la mano y recogió el billete, que estaba aún sobre la colcha.

Si pudiesen existir guerras bajo nuestro gobierno, éstas se desarrollarían en las profundidades submarinas, y para tales combates nuestros buques cuentan con un aparato poderoso, un cable metálico en forma de lazo, que se mueve á través de las aguas con la agilidad de una serpiente, subiendo, bajando, retorciéndose, hasta que envuelve al barco enemigo en sus anillos y lo inmoviliza, arrastrándolo prisionero.

¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús! y retorciéndose y desgarrándose los vestidos, Lucía se echó en el suelo, y se arrastró hasta Sol de rodillas, y se mesaba los cabellos con las manos quemadas, y besaba a Juan los pies; a Juan, a quien Pedro Real, para que no cayese, sostenía en su brazo. ¡Para Sol, para Sol, aun después de muerta, todos los cuidados! ¡Todos sobre ella! ¡Todos queriendo darle su vida! ¡El corredor lleno de mujeres que lloraban! ¡A ella, nadie se acercaba a ella!

Talberg fué el profesor á quien acompañé á los Andes, y que tampoco fué mi marido... Mi verdadero nombre es Beatriz... Mi madre fué italiana, una florentina; mi padre era de Trieste. Esta revelación no interesó á Ferragut. ¡Un embuste más! dijo . ¡Otra novela!... Sigue inventando. La mujer se desesperó. Sus manos se elevaron sobre su cabeza, retorciéndose con los dedos entrecruzados.