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Los muchachos, agarrándose a los pingajos de la chaqueta del loco, gritaban: «¡Bastos! ¡Espadas! ¡CopasDe improviso el viejo se volvió, y levantado el cetro que llevaba, con aire digno, aunque irritado, exclamó: ¡Retiraos, raza maldita!... ¡Retiraos..., no me aturdáis más... o suelto contra vosotros mi jauría de dogos!

Retiráos, señoras dijo la reina á la de Lemos y á doña Beatriz de Zúñiga ; vuestro servicio ha concluído, no me recojo. Las dos jóvenes se inclinaron. La duquesa de Gandía quedó temblando ante Margarita de Austria. Debísteis registrarlo todo antes de suponer que yo no estaba en mi cuarto; ¿dónde había de estar, duquesa de Gandía, la reina, sino en palacio y en el lugar que la corresponde...?

Debemos advertir que doña Ana no había oído nunca hablar ni al rey ni al duque de Lerma; y que la voz del duque, por la soberbia de éste, y su gran aprecio de si mismo, tenía un timbre particular, hueco, campanudo, grave, que daba á conocer al gran señor que habla siempre mandando, imponiendo, obteniendo inmediatamente una respetuosa obediencia. Retiráos abajo, Montiño añadió el duque.

Y siendo ello así ¿dónde está en vuestro escudo el crestón que lo denote? ¿Para cuándo es la media luna de plata que debería de llevar vuestro blasón para indicar que no es el del jefe de la familia, sino el de un segundón? Retiraos, señor mío y no esperéis ser presentado al príncipe hasta tener vuestro escudo de armas muy en regla.

Confundamos a este gusanillo; aniquilemosle. Retiraos; este hombre es mio. Principe de las divinidades invisibles, este hombre no es de una naturaleza comun, como lo atestiguan su aspecto y el encontrarse en estos lugares. Sus sufrimientos han sido de una naturaleza inmortal como la nuestra.

No; no me es urgente ver á doña Clara; la veré mañana. ¿Conque decís que vive... En la crujía obscura que está más allá de la galería de los Infantes, en el número 10. Además, la puerta está pintada de verde. Muy bien, gracias; retiráos.

Quevedo observó. Un gentilhombre estaba respetuosamente descubierto delante de doña Catalina. ¿Conque es decir que la señora camarera mayor dijo la de Lemos se ha puesto tan enferma que se ha retirado? Y os suplica que la reemplacéis, noble y hermosa condesa. Muy bien; retiráos. ¿De todo punto?

Si fuera tiempo, os diría: retiráos de la corte... pero ya no es tiempo, señor; estáis en el mismo caso que aquel que, subiendo unas escaleras, va dejando caer los escalones; no tiene más remedio que seguir subiendo, ó caer desde una inmensa altura á una muerte cierta; no podéis retroceder. Y entonces... ¿qué hago? Roma insiste sobre el asunto de las preces...

Era orgullosa, se veía burlada en su cualidad de cancerbera de la reina, y se veía obligada á tragarse su orgullo. Retiráos, doña Juana, y decid al duque que yo estoy en el cuarto de su majestad. Que vuelva mañana á la hora del despacho... ó si no... dejadle que espere... acaso tenga que darme cuenta de algo grave... Retiráos... habéis concluído vuestro servicio; la reina se recoge.