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Venturita tomó una caja de cerillas que había sobre el costurero, y encendió una. Madre e hija estaban pálidas. Aquélla arrimó la carta a la luz. En cuanto leyó unos cuantos renglones, se dejó caer en la butaca, y clavando los ojos con expresión dolorosa en su hija, le dijo: Ventura, ¿qué has hecho? ¿Yo? Nada respondió la niña tirando al suelo la cerilla que tocaba a su fin.

¿Nos ama realmente? dijo Perla mirando á su madre con expresión de viva inteligencia. ¿Irá con nosotros, dándonos la mano, y entraremos los tres juntos en la población? Ahora no, mi querida hija, respondió Ester. Pero dentro de algunos días iremos juntos de la mano, y tendremos un hogar y una casa nuestra, y te sentarás sobre sus rodillas, y te enseñará muchas cosas y te amará muy tiernamente.

Si tuvieras algún pesar que te abrumara, el arroyuelo te lo diría, respondió la madre, así como me habla á del mío. Pero ahora, Perla, oigo pasos en el camino y el ruido que forma el apartar las ramas de los árboles; vete á jugar y déjame que hable un rato con el hombre que viene allá á lo lejos. ¿Es el Hombre Negro? preguntó Perla.

¡Para verla! pues claro está.... Verá usted el cuarto del señorito Ignacio, con sus libros y sus juguetes de chiquillo, que todo lo conserva el ama Engracia.... Bien, Sardiola respondió Lucía como pidiendo tregua . Un día que me coja de humor.... Hoy no estoy para ello. Ya te avisaré. Andaba Lucía, en efecto, harto cavilosa, por una circunstancia que a nadie importaba sino a ella.

No, no, voy a decir tonterías... No me llamen ustedes a su lado. respondió mi querida abuela con indulgencia. Estando prevenidas no nos asustaremos. , , vengan ustedes, señoritas insistió la Melanval, la presidenta de las presidentas... Tengo justamente una nueva obra que presentarles... ¡Ah! exclamó Francisca precipitándose de un salto a la silla que le indicaba la abuela a su lado.

Por esta causa se tornó en proverbio: ¿También Saúl entre los profetas? 13 Y cesó de profetizar, y llegó al alto. 14 Y un tío de Saúl dijo a él y a su criado: ¿Dónde fuisteis? 15 Y dijo el tío de Saúl: Yo te ruego me declares qué os dijo Samuel. 16 Y Saúl respondió a su tío: Nos declaró expresamente que las asnas habían aparecido.

A Dios y a los hombres, señora respondió Elena con cándida intrepidez y sin echar de ver las sonrisas de todos. ¡Diablo! exclamó Kisseler con su brutalidad de siempre; pido que se agregue a las señoras... Elena no lo oyó, aturdida por la risa estrepitosa de Sofía, a quien estas bromas gustan extraordinariamente. Nos levantamos de la mesa al ruido de aquellas carcajadas, y pasamos al salón.

Iba como si le corrieran detrás, alzando los brazos, arrodillándose en el suelo, golpeándose la casaca bordada de colores: «¡Tal vez pensaba Loppi tal vez el camarón tenga piedad de !» Y lo llamó desde la orilla, con voz como un gemido: /P «Camaroncito duro, Sácame del apuro.» P/ Nadie respondió. Ni una hoja se movió. Volvió a llamar, con la voz como un soplo.

» Desgraciadamente me dijo, la muchacha no tiene otro dote más que sus veinte primaveras, sus bellos ojos y sus muchas habilidades... » Es mucho, tía. » ¿Cómo mucho? » , soy joven, me gusta el trabajo, y en vez de un matrimonio rico, me contentaré con un matrimonio feliz. » Bravo muchacho respondió mi tía, dándome un abrazo

Respondió el rey, que por dar gusto á tan buenos vasallos, pondría su autoridad y las armas cuando importase, y mas por Berenguer de Entenza, uno de sus mayores vasallos.