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No tiene en cuenta el estado espiritual de los seres que trata de unir, si hay o no correspondencia entre sus almas, si existe o no existe afinidad, si los corazones laten a compás y hay entre ellos mutua resonancia. El amor, en una palabra, nunca es tenido en cuenta por la casamentera. A su juicio, siendo armónicas las circunstancias armónicas a su parecer el amor tiene que producirse.

A alguien de ellos se le ocurrió después hacerle autógrafo y reproducir los ejemplares con una prensa de copiar, como las usadas en el comercio, y así se hizo, con gran éxito y resonancia en toda la población.

Grandes eran el fastidio y la molestia que experimentaban el octogenario empleado y los pesadores y aforadores, cuyo sueño se veía perturbado implacablemente por la acompasada y constante resonancia de mis pasos, de ida y vuelta en mi continuo andar. Mis subordinados, recordando sus antiguas ocupaciones, acostumbraban decir que el Inspector se estaba paseando en la toldilla del buque.

Pero el último episodio de su vida resultaba extremadamente violento. En una gran capital hubiera tenido menos resonancia, ¡mas aquí, en un pueblo de vida monótona, donde rara vez ocurría algo extraordinario, y en presencia de una muchedumbre aventurera predispuesta á insultar á las personas de clase superior!...

La blancura del patio silencioso frisos, columnas y estatuas de mármol producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

Sus pasos huecos, en la soledad de la capilla, tienen una vaga resonancia, y las palabras un misterio de sombra. ¿Dónde está enterrada? Esta losa la cubre, señor. Es preciso que la levantemos, Don Manuelito. ¡Quiero verla! Nuestras fuerzas no bastan, señor. ¡Piedra, piedra, levántate! Don Juan Manuel se arrodilla ante la sepultura, y entenebrecido, y suspirante, reza en voz baja.

El rango social del sentenciado, la resonancia que tuvo la causa y la personalidad de los enderezadores de entuertos de la justicia, darían á este asunto un sesgo particular. Por mi parte, no me contrariaría presenciar su triunfo de ustedes, pero no olviden que no creo en él y que les he predicho un fracaso seguro.

Era un alférez de la Armada, llamado Villarino, el que acometía esta empresa difícil y de escasa resonancia en el último tercio del siglo XVIII, cuando ya casi toda la tierra de América estaba descubierta y colonizada. Don Manuel siguió diciendo el dueño del boliche llama á Villarino el último representante del heroísmo descubridor de los españoles.

Hablando con desenfadada franqueza, yo creo inferiores á lo que hoy se escribe todas las producciones literarias de aquella edad, salvo tres, cuya resonancia y fama en las naciones extranjeras, y cuyo influjo en la cultura general no tiene traza de adquirir ni podemos presumir ni esperar que adquiera ninguna de nuestras producciones contemporáneas.

En las primeras noches no se trataron en la reducidísima asamblea congregada en el gabinete de la dolorida viuda, otros asuntos que los que tuvieran alguna relación, por remota que fuese, con «el inolvidable suceso»; verbigracia, su resonancia en la opinión pública; este dicho o el otro comentario, en son de alabanza, por supuesto; los funerales, el entierro, la estadística de los concurrentes, de los carruajes y de las libreas; los pésames oficiales recibidos... ¡hasta de Palacio!, los telegramas, las cartas, las tarjetas, los recados; cuántos y cuántas, de quiénes y de dónde; las visitas, en cuerpo y alma, de este Grande y de aquel senador, del ministro X y del general Z, de la duquesa H y de la princesa J..., y así hasta el infinito; pues como «todo Madrid» anduvo metido en el ajo, según resultó de la cuenta, ya hubo paño en que cortar para entretenimiento de la viuda y no desagrado de la hija; en modo alguno por honrar más la memoria del muerto, que les tenía sin cuidado, sino porque con todo ello se halagaba la vanidad de su familia, en lo cual estaban perfectamente acordes ésta y los tertulianos, aunque no lo declaraban por derecho.