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La linda morenita se entretuvo largo tiempo á contar pormenores, la mayor parte de ellos pueriles. Mas no por eso los escuchaba Demetria con menos atención. Cuando más embebidas se hallaban en su plática novelesca suena fuertemente el emparrado de avellanas que las resguardaba.

Gracias á una suma de dinero, que facilitó Ganasa, y á algunos socorros de las cofradías, se edificó un techo en el corral de Isabel de Pacheco, que resguardaba todo el escenario y parte del patio, ocupado por los espectadores, pero de manera que el centro del mismo quedaba siempre descubierto.

Cruzaban el zaguán de la casita, entraban en el jardín y se dirigían al cenador cubierto de viña virgen, que el pilón resguardaba. Hallábase el pilón vacío, y el tubo de bronce del surtidor no despedía ni gota de agua. Pero Pilar sabía de antemano la hora del singular fenómeno, y calculaba con exactitud.

El acantilado rojo se hundía verticalmente en las aguas ennegrecidas por la sombra ó se resguardaba con desprendimientos de rocas eternamente ceñidas de espumas.

En las costumbres tagalas de la provincia de Tayabas, el hombre trabaja mientras es novio, cuando es marido, generalmente quien lo hace es la mujer. Sigamos á nuestro Bindoy. Una vez que comprendió había encontrado su media naranja, traspuso el cerco de madre cacao que resguardaba la casa, en la que entró con la misma familiaridad que si fuera la suya.

El blanco centauro de las llanuras, con su poncho, su facón y sus grandes espuelas, resultaba tan peligroso como el jinete cobrizo de larga lanza. Manzanares había sido dependiente en un boliche aislado sirviendo vasos de caña a través de una fuerte reja que resguardaba el mostrador de las manos ávidas y los golpes de cuchillo de los parroquianos.

El sol comenzaba a caldear la plaza; esparcíase por el ambiente el tufillo de las verduras recalentadas; pero bajo la techumbre de cinc que resguardaba los puestos de flores, entre las cortinas rayadas que tapaban los lados del mercadillo, notábase una frescura de subterráneo, el vaho húmedo de las baldosas regadas con exceso. Y luego, ¡qué orgía para el olfato en esta atmósfera fresca!

Calzaba botines de cuero amarillo con grandes espuelas y las piernas las resguardaba del frío con unos zajones de piel, amplio delantal sujeto con correas. Delante de la silla iba plegada la manta oscura de grueso borlaje; en la grupa las alforjas, y a un lado la escopeta con el doble cañón asomando por debajo de la panza del animal.

El espíritu de Ambrosio flotaba en el mundo del indiferentismo, sin que le atormentase ninguna clase de ambiciones, puesto que ignoraba el ancho campo y el dilatado más allá, que se extendía tras la cerca de palmabraba que resguardaba la casa. Allí vivía, sin recuerdos del ayer, sin aspiraciones del hoy, ni intranquilidad ni zozobra para el mañana.

Pateta miraba por uno de estos ventanucos, ocultándose tras unas ristras de mazorcas que colgaban de la techumbre, y por otro su compañero, que resguardaba el cuerpo con un haz de leña menuda. Venían hacia aquí, ¿verdad? ¡Claro! Lo malo será si se detienen y se alojan.