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Y si no temiera ofender las instituciones, me atrevería a ponerlos en parangón con los del salón de conferencias del Congreso y de la Bolsa, seguro de que tampoco habían de desmerecer. El sol aún seguía bañando una parte no insignificante del paseo. Los chiquillos resaltaban sobre la arena como un enjambre de mosquitos en una mesa de mármol.

El sol no se enseñoreaba ya sino de uno de los ángulos del salón: al retirarse dejaba claro y nítido el ambiente, en el cual resaltaban con admirable pureza el obelisco del Dos de Mayo y las agujas del museo de Artillería y de San Jerónimo. Los pequeños retrocedían ante la invasión de los grandes a los parajes más apartados, donde establecían nuevamente sus juegos.

Marín está detrás de aquel monte que ve a mano izquierda dijo apuntando con el dedo. El paisaje estaba bañado de luz. Los árboles resaltaban como en pleno día.

Cuando la condesa entró en su boudoir, presentaba este un aspecto siniestro: la lámpara agonizaba en manos del negro, cuyos blancos dientes de marfil incrustado resaltaban en la oscuridad, como la sonrisa del genio del mal, complaciéndose en las tinieblas.

Recordaba perfectamente las pocas veces que de novio se había enfadado con ella y la ninguna razón que le asistía en casi todas. ¡Gertrudis tenía un genio tan apacible y un carácter tan débil! Siempre concluía por hacerla llorar. La veía el día de su matrimonio, vestida con su traje de raso negro (estaba aún de luto por su padre el marqués de Revollar), sobre el cual la blancura de su tez y el oro de sus cabellos resaltaban de un modo deslumbrador. Cierto personaje de Madrid que había asistido a la boda, le dijo llevándole a un rincón de la sala: «Elorza, se casa usted con una de las mujeres más hermosas de España; se lo digo yo, que he visto muchas en mi vidaEl mismo día se habían ido a viajar por los países extranjeros. Recordaba, como si aun la estuviese sintiendo, la impresión embriagadora, inefable, tal vez la más dulce y dichosa de la existencia, que le produjo el hallarse repentinamente a solas con su amada, cuando el cochero dio un latigazo a los caballos y oyeron los adioses de los deudos y amigos que los despedían a la puerta del palacio de Revollar. Todas las peripecias encantadoras de aquel viaje estaban clavadas en la memoria del señor de Elorza. Después, recordaba la extraña sensación de placer y sobresalto que experimentó al tener el primer hijo y la impresión deliciosamente cruel que su mujer le causó teniéndole fuertemente asido, sin querer soltarle, en aquellos momentos de angustia. Pero ¡ay!, al poco tiempo la pobre Gertrudis se puso enferma y nunca más volvió a recobrar una salud perfecta. A pesar de esto jamás se había entibiado su amor.

La claridad sembraba de variados matices el llano y las montañas, compensando en cierto modo la monotonía del cielo. Sobre el color verde dominante de las praderas resaltaban las grandes manchas negras y rojas de la tierra labrada. Al lado de las blancas rocas calizas se alzaban los grupos de árboles vestidos á medias de hojas amarillas. La tierra traspiraba copiosamente.

Estudiando atentamente los males nacionales, los abusos imperantes en el país, había formulado una crítica completa y despiadada, en la que resaltaban los absurdos por el efecto del contraste.

A los lados, en las entradas de las capillas, estaban los hombres, en pie la mayor parte, algunos arrodillados, todos cansados, formando grupos donde resaltaban los cráneos relucientes, las cabezas canas y los rostros encendidos del calor.

Era un campo de figura irregular, más verde que los contiguos por tener riego, todo él circuido por dos filas de avellanos, cuyas ramas, saliendo de la tierra en apretado haz, tomaban la forma de enormes ramilletes. La figura de Rosa sentada en medio y la de las vacas que, diseminadas, mordían tranquilamente la yerba, resaltaban como puntos negros sobre el verde claro del césped.

Su mirada se encontró con la mía, entonces vi que su rostro era de una belleza extraordinaria, de ese tipo moreno medio trágico, y que sus ojos resaltaban más brillantes por la palidez mortal de su cara.