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Con estos y otros entretenidos razonamientos, salieron de la tienda al bosque, y en requerir algunas paranzas, y presto, se les pasó el día y se les vino la noche, y no tan clara ni tan sesga como la sazón del tiempo pedía, que era en la mitad del verano; pero un cierto claroescuro que trujo consigo ayudó mucho a la intención de los duques; y, así como comenzó a anochecer, un poco más adelante del crepúsculo, a deshora pareció que todo el bosque por todas cuatro partes se ardía, y luego se oyeron por aquí y por allí, y por acá y por acullá, infinitas cornetas y otros instrumentos de guerra, como de muchas tropas de caballería que por el bosque pasaba.

Si usted, debido a otras preocupaciones, no recordase estos pormenores que necesitarnos, tendremos sumo gusto en requerir al juzgado para que, sin pérdida de momento, le refresque a usted la memoria. Este criado volvió antes que ningún otro, con la respuesta.

Poco se supo de su felicidad matrimonial hasta que Tennessee, que vivía entonces con su socio, tuvo un día ocasión de decir por cuenta propia algo a la novia, que «la hizo sonreír no desfavorablemente», retirándose ésta hacia Marisvilla, a donde la siguió Tennessee y donde pusieron casa, sin requerir la ayuda de ningún funcionario judicial.

Una noche, camino de mi alcoba, ocurrióseme hacer esta pregunta: Angustias, ¿Qué hacen los muertos de la capilla, en la noche? Y la india, sin titubear, contestó: Juegan al ajedrez. Yo que casi todas las noches, al requerir la bendición de mi padre, lo encontraba en la biblioteca jugando al ajedrez con don Pepe Dávalos, Presidente Municipal del pueblo comarcano, no me sorprendí de la respuesta.

Cuando Febrer miró otra vez hacia el cobertizo, ya no vio al herrero. Esta ausencia le hizo requerir la escopeta, acariciando sus llaves. Indudablemente iba a salir con un arma, cansado de aguantar esta provocación muda que venía a buscarle en su propia casa. Tal vez iba a disparar por alguno de los ventanucos que daban luz a la negra vivienda.

Al principio, el mancebo manifestó no poca repugnancia por aquel espionaje, declarando que a él le parecía más derecho requerir con franqueza a don Enrique Dávila o al mismo Bracamonte; pero el Canónigo le hizo pensar en la necesidad de una previa certidumbre; y, al referirse al peligro de que su llaga se reabriese en el tráfago de las escaleras, le dijo: Si tal os sucede, hijo mío, haréis de cuenta que os hicisteis herir, una vez más, en servicio del Rey y de la honra de vuestra casa.

Viendo, pues, el leonero que ya los que iban huyendo estaban bien desviados, tornó a requerir y a intimar a don Quijote lo que ya le había requerido e intimado, el cual respondió que lo oía, y que no se curase de más intimaciones y requirimientos, que todo sería de poco fruto, y que se diese priesa.

Martin Alfon y los vecinos de Córdoba y su tierra y las villas de dicho D. Alfon, cada y cuando les parece á todos ó cualesquiera de ellos entran seguros en la dicha villa de Montemayor y pasan seguros por ella, como sucedió el dia 25 de julio del presente año de 72 cuando el jurado Ahumada, vecino de Córdoba, entró en la referida villa de parte de dicha ciudad á requerir al alcaide que le entregase ciertos presos, pues que entre ellos habia paz, quien habia respondido que no los tenia ni sabia de ellos, y si los tuviera se los entregára: de lo que resultaba ser frívola la apelacion.» «Y siendo como era notorio que en el lugar de Cañete el dicho D. Alfon arrendó á los almojarifes y vecinos de Córdoba todas sus rentas de dicho lugar, incluyendo en ellas las rentas de los diezmos de menudo, vino y aceite, de lo que resultaba estar excomulgado el dicho D. Alfon por la Bula Paulina y Estatuto del antecesor de dicho señor obispo, que lo fué el Illmo.

Que el consejo de la ciudad, viendo los escandalosos movimientos, y no queriendo usar de rigor, llana y pacíficamente habia hecho requerir á los familiares y gente del obispo, intimándoles se desarmasen y desencastillasen, dejando libres las torres y castillos; á lo que no quisieron ellos condescender, antes por el contrario, obedeciendo á las sugestiones del obispo, siguieron haciéndose fuertes, esperando su socorro, invocando en las torres á su ilustrísima y á la demas gente que en su ayuda venia, á cuyas señales dicho señor y los de su concierto respondieron, con lo cual, creciendo el endurecimiento y obstinacion de sus familiares, empezaron á tirar contra la ciudad y contra los que estaban ocupando la fábrica y obra de la iglesia, donde mataron é hirieron muchos hombres.

Esta, habiendo visto bailar a las gitanas y gitanos, la tomó el diablo, y se propuso tomar por marido #a Andrés# si él quisiese, aunque a todos sus parientes les pesase; y así, buscó coyuntura para decírselo y hallóla en un corral, donde Andrés había entrado a requerir dos pollinos.