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Me agrada esa cripta de la iglesia grande: allí presiento mejor el alma sagrada, el espíritu presente de nuestros maestros, su enorme, su sublime esfuerzo, á la par que la audacia inmortal de los viajeros salidos de aquel sitio. Doquiera que estén sus huesos, ellos se ostentan en el Museo reproducidos en valiosos tesoros, tesoros que pagaron con la vida.

El Céfiro, recordando los encantos de su esposa inmortal que llevaba el mismo nombre, cree verlos reproducidos y se estremece de gozo, tiembla en sus labios, acaricia con suavidad sus mejillas tersas, se introduce entre sus rizos negros y los agita blandamente sobre la frente. Al desembocar en el Campo de la Bolera, cuyo borde lame el riachuelo de Villoria, tiene un encuentro.

No es otra la razón de hallar en Fenimore Cooper descripciones de usos y costumbres que parecen plagiadas de la pampa; así, hallamos en los hábitos pastoriles de la América, reproducidos, hasta los trajes, el semblante grave y hospitalidad árabes. Existe, pues, un fondo de poesía que nace de los accidentes naturales del país y de las costumbres excepcionales que engendra.

Et tinit Hesperium bractea viva pecus; Ædibus in mediis totas amplexa Penates Stat platanus densis Cæsariana comis; Hospitis invicti posuit quam dextera felix, Coepit et ex illa crescere virga manu. En vez del plátano de César ostentaba ahora Córdoba la palma de Abde-r-rahman, objeto de los sentidos versos reproducidos en una de las notas anteriores.

Cuando tropezamos casualmente con una acción de un interés tan palpitante como ésta, lo consideramos como un hallazgo y hay que evitar que otro se aproveche... Quizá después que todo se haya arreglado felizmente tendrá usted la satisfacción de ver, sobre las tablas, reproducidos los sentimientos que ahora agitan su corazón, y derramará usted abundantes lágrimas.

El cazador, incorporándose, dio varias palmadas en uno de sus muslos. Inmediatamente sonaron iguales golpes al otro lado de la espesura, como reproducidos por el eco. Después se llevó a la boca el dorso de una mano, y un silbido tenue, de pájaro, rasgó el silencio. Otro pájaro invisible le contestó. Adelante: son amigos dijo el Mosco.

El lugar, la hora, la campiña encharcada, el encuentro con Justino de Nassau, la entrega de las llaves, la disposición de los dos grupos de vencidos sin humillación y vencedores sin altanería: hasta quizás le hiciese concebir la idea de aquel espacio libre que en el cuadro separa unos de otros dejando ver la dilatada llanura que se pierde entre el celaje anubarrado, el humo de las hogueras y los vapores de la tierra húmeda, removida en zanjas, cortaduras y brechas: y al oírle sorprendería Velázquez en la expresión de su fisonomía aquella sonrisa caballeresca con que luego caracterizó su figura, representándole como la personificación de los generales españoles de un siglo antes, en él reproducidos; tan ocupados en vencer que no les quedaba lugar de ensoberbecerse.