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¡Ah! ¡Ya pareció aquello! Vamos, tienes algunos ochavos en poder de Osorio y temes perderlos, ¿verdad? dijo Clementina con sonrisa sarcástica, reprimiendo su cólera con trabajo. Pepa se puso pálida. Una ola de ira le subió también del corazón a los labios.

¡Y yo que soñaba para ti lo menos con un coronel! siguió en voz baja y reprimiendo la risa. ¡Ya llegaremos allá! ¡Diablo! es menester que se pronuncie antes siete veces lo menos; y te lo pueden escabechar fácilmente. ¡Pobrecillo de mi alma! exclamó Julita poniendo la cara triste. ¿Pero le quieres de veras? Un poquito.

¡Brava ocasión para chanzas! dijo el señor de Morel, con mirada tal que hizo temblar al escudero. Además, no se dirá que un servidor mío ha hecho burla de un noble en mi presencia sin el debido correctivo. Después de todo, continuó reprimiendo con trabajo una sonrisa, demasiado que ha sido esa una chanza de muchacho, sin intención aviesa.

Allá por un rincón se verán jóvenes flacas y desmelenadas que huyen, con las túnicas rotas, levantando las manos al cielo. Lucía dijo Juan reprimiendo mal las lágrimas, al oído de su prima, siempre absorta : ¡y que esta pobre Ana se nos muera!

Los labios de Eppie se pusieron a temblar un poco al decir las últimas palabras. Se retiró otra vez tras de la silla de su padre, le pasó el brazo alrededor del cuello, mientras que Silas, reprimiendo un sollozo, tendía la mano para oprimir la de su hija.

Te digo que tengo el humor muy negro, que me ahoga la bilis y que en este momento al menos necesito que seas un poco más humilde que de ordinario. ¿Lo entiendes? profirió reprimiendo con esfuerzo la cólera. La institutriz le miró con sorpresa á la cara, y después de contemplarle con atención unos instantes, convirtió de nuevo sus ojos á la lumbre, haciendo una imperceptible mueca de desdén.

La cara se le entristeció de tal manera que la joven, reprimiendo a duras penas una sonrisa, repitió con más resolución aún: No volveré a casarme segunda vez... a no ser contigo. El conde la contempló desencajado. ¿Es de veras eso? preguntó al fin con voz temblorosa. ¡Y tan de veras! repuso ella mirándole sonriente. Dame esa mano, Fernanda. Tómala, Luis.

Mario, reprimiendo a duras penas la risa, le saludó afectuosamente, y lo mismo su esposa. ¿Conque se conocen ustedes? preguntó la augusta señora. ¡Muchísimo! respondió el escultor . Somos íntimos amigos hace bastante tiempo. Doña Fredes dirigió una mirada de sorpresa a su hijo. ¿Y por qué no me has dicho que tenías por amigo a un artista de tanto mérito?

Y ahogando los suspiros en la garganta y reprimiendo los sollozos que pugnaban por estallar, su naturaleza tranquila, razonable, valerosa, concluyó por triunfar. Empezó a sacar ropa de la cómoda y a colocarla esmeradamente en un baúl. En aquella operación se mostraba su carácter paciente y sólido. Mario la contemplaba con interés, trataba de ayudarla, pero lo hacía tan mal que renunció en seguida.

Señora, creo que no dirán nada observó Salvador, reprimiendo la sonrisa que a sus labios venía. ¡Oh! quién sabe.... Ahora todo se juzga por el aspecto malo. ¡Ah! ni la nieve misma está libre de mancharse o de ser manchada.... Retírese usted... yo comprendo que deseará prolongar la conversación en el portal; pero no puede ser, no puede ser de ningún modo.