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El telegrafista encargado ahora del aparato respondió con movimientos negativos á las miradas de su compañero. Sólo escuchaba los diálogos entre los buques que habían recibido igualmente el aviso. Todos se alarmaban con el repentino silencio, y torciendo su rumbo iban, como el vapor francés, hacia el lugar donde el Californian había encontrado al sumergible.

La entrada de este se conoció desde el retiro de los Rufetes por un repentino aumento del bullicio. Un instante después Isidora vio que se abría suavemente la puerta de su cuarto y que entraba la irónica fisonomía del estudiante. «Vengo a tener el gusto de saludar a la señora archiduquesa dijo este, sombrero en mano, con ceremoniosa cortesía . Bien se ve que estamos ya en plena aristocracia.

No hizo ninguna observación a propósito de la chimenea, en la que se veía una capa de polvo que databa de la víspera, y soportó heroicamente el pescado quemado que Celestina nos sirvió para castigarnos, por tener secretos para ella. Parece que el padre Tomás está encantado por la felicidad de la abuela, aunque no comprende muy bien las causas de mi repentino cambio de parecer.

Llegó hasta á no disimular bastante y estando Bobart y su tía hablando cerca de la chimenea, Herminia rompió á reír sola de un modo tan repentino y tan poco justificado, que la señorita Guichard levantó los ojos con severidad y dijo agriamente: ¿Qué te pasa, hija mía? ¿Somos, acaso, Bobart y yo, más cómicos de lo que habíamos creído?

Sin poder librarse de un repentino sentimiento de responsabilidad, tomó el hereje Bill a la mañana siguiente las riendas de la diligencia Silio Gullon, pues aquel día uno de sus pasajeros era la maestra, doña María.

Algo había en el tono de su voz, en el repentino estrabismo de sus pupilas, que en un momento disipó los vapores alcohólicos en la cabeza del coronel y encogió su gallarda figura. Me explicaré en cuatro palabras dijo moviendo la mano en ademán conciliador, me explicaré.

Al día siguiente la tempestad había cesado, y el sol resplandecía vivo y alegre en la sala de estudio, cuando Catalina de Corlear, que tenía su sitio junto a la ventana, llevose patéticamente la mano al corazón y se dejó caer sobre el hombro de su vecina Carolina, simulando un repentino desvanecimiento. Está aquí suspiró.

Los criados, avergonzados de sus malos tratos y pesarosos de aquel repentino cambio, que elevaba de nuevo a la expósita sobre ellos, no le dirigían la palabra. El largo martirio sufrido y la terrible enfermedad con que terminó habían dejado huellas profundas en su semblante. Su rostro pálido se trasparentaba como el nácar.

Bajo su borde se abre la boca sombría del abismo de misterios que se esconde bajo la montaña de hielo, y por la abertura abovedada sale como una furia el torrente, repentino y atormentado cual si lo vomitase algun gigante abrumado por el peso de la inmensa mole cristalina.

No parecía haber perdido la hermosa modestia que la hacía tan simpática; pero aquella especie de encogimiento, aquel desmedido amor a la oscuridad, que emanaban del malestar hallado en su repentino cambio de fortuna.