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Ante el paso del gigante huían las gentes dando gritos. Sus pies sólo encontraban un desierto repentino, mientras á sus espaldas se iba levantando un bullicio enorme, pues el público se arremolinaba para seguirle entre vaivenes de audacia y de pavor. Aquella cárcel estaba guardada por una tropa numerosa, compuesta de mujeres flecheras y hombres barbudos de la policía montada.

Yo también voy dijo la Nela con un movimiento repentino, asiendo el brazo del intrépido viajero.

Y su admiración por ella crecía por lo mismo que ese amor repentino en él estaba dedicado a una alma que le era aún desconocida.

Este, con los recursos de su arte, y obrando también la naturaleza, logró volver la calma a doña Luz, la cual quedó muy postrada. Don Acisclo y todos los allí presentes se quedaron con el deseo de averiguar la causa moral, como sin duda la hubo, de aquel ataque repentino, tan ajeno a la robustez y condición sana de la marquesa de Villafría.

No te apures, hija; de menos nos hizo Dios. En casa no te faltará nada. Melchor la ha puesto muy guapamente». Y en medio de la turbación que el repentino desalojamiento le producía, D. José sintió íntimo gozo al considerarse protector de su ahijada, al sentirla tan cerca de , sometida a su generoso amparo.

Ella, que presentía este ataque repentino, no dio un grito ni pronunció siquiera una palabra; pero lo rechazó con fuerza y decisión. Hubo una lucha sorda y rabiosa que duró bastante. La chica se defendía gallardamente y consiguió por tres o cuatro veces zafarse de las manos del viejo; pero éste la perseguía por los rincones de la cocina y volvía a sujetarla.

Quizá le dolería a él por lo pronto, pero más tarde me lo agradecería. Más tarde sentiría la satisfacción de verse libre de un absurdo compromiso. El compromiso exclamó Juanita enojada no es absurdo ni repentino.

»Todo lo miraba Anselmo, cubierto detrás de unos tapices donde se había escondido, y de todo se admiraba, y ya le parecía que lo que había visto y oído era bastante satisfación para mayores sospechas; y ya quisiera que la prueba de venir Lotario faltara, temeroso de algún mal repentino suceso.

El grupo de valentones se volvía á Blefuscú, anunciando su partida en la primera máquina voladora que saliese al amanecer para su país. Los que se quedaban no podían ocultar su satisfacción al verse libres de unos matones que tanto abusaban de ellos. Gillespie consideró este viaje repentino, preparado con ostentación, como una certeza de que el golpe contra él sería aquella misma noche.

En vano esperó, con loca esperanza, ver a la Regenta presentarse en la capilla, por casualidad, por impulso repentino, como quiera que fuese, presentarse, que era lo que él quería, lo que él necesitaba.