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Tan luego como supo el domicilio de ellas se constituyó en asiduo paseante de la calle y comenzó a espiar los balcones de la casa con el celo y la insistencia del más rendido galán; pero los balcones permanecían herméticamente cerrados como los de un convento; por más que hizo nunca logró ver a Julia.

Por eso le decía a menudo Pepe Castro, su amigo y confidente, que se hiciese valer un poco más; que no se manifestase tan rendido ni ansioso; que a las mujeres hay que tratarlas con un poco de desdén. Este Pepe Castro no sólo era el amigo y el confidente de Maldonado, pero también su modelo en todos los actos de la vida social y privada. Imitábale en el vestir, en el andar, en el reir.

Y llamando a Preciosa, se desviaron de las otras obra de veinte pasos, y así en pie, como estaban, el mancebo les dijo: Yo vengo de manera rendido a la discreción y belleza de Preciosa, que después de haberme hecho mucha fuerza para excusar llegar a este punto, al cabo he quedado más rendido y más imposibilitado de excusallo.

Dejad, dejad que descanse un tanto, tío Manolillo contestó humildemente el cocinero ; acabo de sentarme y estoy rendido; nunca he trabajado tanto; es cierto que las confituras y los hojaldres y las empanadas se han traído de fuera, pero así y todo, he hecho más de doce platillos en tres horas, y buenos todos, y sin oficiales, ni aun siquiera galopines.

No es fácil decirlo. Seguía tan enamorada de su marido como el primer día de casada; pero Tristán no había respondido a sus anhelos de dicha y amor. No es que se mostrase con ella despegado; al contrario, ordinariamente más que marido era un amante fogoso y rendido, pero las desigualdades y suspicacias de su genio la hacían sufrir bastante. No había instante seguro con él.

Delante de Soledad se mostraba amable y rendido, sin ocuparse ya en disimular su vencimiento. Al contrario, parecía que sentía gozo y el pecho se le dilataba cuando la daba un testimonio de adoración más vivo que de costumbre. No se saciaba de estar á su lado, de prodigarla nuevas y sabrosas caricias.

Si al fin de la velada, ya rendido, busco el descanso, mi cerebro ardiente forja sueños de dicha sonriente, y siempre va tu nombre á ellos unido. Mas ¿cómo en él no pensaré despierto? ¿Cómo sin él soñar cuando dormito, ávido el pecho á la ilusion abierto? ¿Cómo no recordar su eco bendito, que hace santo mi loco desacierto, si aquí, en mi corazon, lo llevo escrito? ANDR

Yo no quise, ni pude decir esto al Conde, y esto hubiera sido menester decirle, aunque atenuado con rodeos y primores de estilo. Por no decirle esto, porque me repugnaba decírselo, y porque le amaba, me he rendido sin condiciones, le he abandonado mi alma y mi vida.

Unos penetrantes ojos se fijaron vivamente en ella, con una ternura que quizá ella sola era capaz de comprender. Amiga Clara dijo afectando alegría, tranquilízate. El cansancio te ha rendido y la excitación del viaje te ha puesto en un estado lamentable. He visto a Carolina; está buena y hermosa. Por ahora, esto es bastante.

La noche del segundo día, Torquemada, rendido de cansancio, se embutió en uno de los sillones de la sala, y allí se estuvo como media liorita, dando vueltas á una picara idea, ¡ayí dura y con muchas esquinas, que se le había metido en el cerebro. «He faltado á la Humanidad, y esa muy tal y cual me las cobra ahora con los creditos atrasados.... No: pues si Dios, ó quien quiera que sea, me lleva mi hijo, ¡me voy á volver más malo, más perro...! Ya verán entonces lo que es canela fina.