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La salud del rey, en momentos de hondas perturbaciones y cataclismos sociales, es de una importancia fundamental. En las guerras, como en el ajedrez que es el remedo más perfecto de las batallas, el desastre definitivo está en el jaque-mate al rey.

Remedo de aquella presuntuosa sociedad era el pueblo mismo.

Desde cualquier sitio en que se mire a la distancia, vese la atmósfera de la ciudad densa y cargada, y sólo el punto en que el observador se coloca parece limpio y diáfano, ofreciéndose en el explicable fenómeno de sobresaturación atmosférica el más vivo remedo del que los más padecen al considerarse a mismos en el centro de la verdad luminosa, mientras ven o creen ver a los demás obnubilados por las sombras del desacierto.

Su muerte remedó el dulce acceso de embriaguez que le transportaba, mediante una breve toma, desde las miserias de la realidad a las delicias de una vida apócrifa, compuesta con extraños fingimientos de juventud, pasión y energía. ¿Entraba al fin en un mareo eterno? ¿Iba ya derechamente a ser el noble, enamorado y valiente caballero, defensor y amparo de la hurí en las edades sin término y en los espacios sin medida?

El joven hizo gestos de asombro y contestó con una voz lenta y algo torpe, que estropeaba las sílabas, dándolas una pronunciación extranjera: ¡Tanto tiempo!... ¿No nos hemos visto esta mañana? Ella remedó su acento al repetir sus palabras: ¡Tanto tiempo!... Y aunque así sea, gringo desagradecido, ¿le parece á usted poca cosa no haberse visto desde esta mañana?

Claro es que en la realidad, ó sea en aquella verdadera vida de la cual el artificioso microcosmos teatral sólo es trivial remedo ó mezquino trasunto, no siempre los hombres más altos son los más fuertes y temidos, ni hay ley fisiológica ninguna que se oponga á que de un cabeza de familia raquítico y aislado se derive una prole vigorosa y lucida.

Y entiende además que a cada instante se ofrecen negocios de mi flor a todo oficinista no lerdo, el cual a menudo tiene algo de que incautarse y al cual no falta de vez en cuando quien le unte bien la mano. Con tales imaginaciones ¿cómo irá nadie con gusto a cavar en el tajo y cómo no ha de querer convertir el tajo en un remedo de la soñada, deliciosa y sibarítica oficina?

Horas y horas pasaban de este modo: la máquina, remedo de la naturaleza, reproduciendo en millones de ejemplares un mismo tipo y una misma forma; el hombre, determinando la fuerza impulsora, semejante al soplo vital en los organismos animales.

Un tropel de pájaros refugiados bajo las claraboyas de las naves revoloteaba en esta luz plomiza. Sus alegres piídos y el murmullo de sus alas sonaban como un remedo irónico de la alegre risa de la primavera. Maltrana pensó con horror en la posibilidad de un largo encierro en uno de estos ataúdes de mampostería.

Dudó, por consiguiente, que aquél fuese el gran mundo puro, sino un remedo falso de él, como el similor es remedo del oro. Y ya en este camino, fué más allá de lo razonable e hizo juicios aventurados, entendiéndolo todo grotescamente y trabucando las cosas.