United States or Chad ? Vote for the TOP Country of the Week !


Don Matías no está, señor contestó el criado. Por primera vez se le ocurrió á Sánchez Morueta mirar el gran reloj de la chimenea. ¡Cómo había pasado el tiempo! Y más por la fuerza de la costumbre que por necesidad, quiso comer, ya que á aquella hora todos hacían lo mismo. Ve á donde el Suizo y trae la comida. Lo que te den... lo que á se te ocurra. Sobre todo, un buen café: no lo olvides.

Poco después desaparece, y con él se borran el sombrero y el boa. Me veo á solas con el capitán más joven, que es el que menos ha hablado. Bebe; mira el reloj que está sobre el mostrador. Vuelve á beber. Me examina un momento con esa mirada que precede siempre á una confidencia grave. Adivino su necesidad de comunicar algo penoso que le atormentaba memoria con una gravitación de suplicio.

No tengas cuidado; vendrás con nosotros. Luego, al verla subir la escalera y desaparecer en la buhardilla, se dijo: ¡Tiene miedo de quedarse en el nido! Fuera, el silencio era muy profundo. Dieron las once en el reloj de la iglesia. El almadreñero se sentó para quitarse las botas.

Al menos que te vea; que tenga el consuelo de hablarte, de sentir el amargo placer de tus burlas. ¡Quedarse!... Tenía sus días contados; iba de un extremo a otro del mundo, arreglando su vida con la exactitud de un reloj.

El brigadier sacó el reloj con mucha prisa, y vió que eran más de las siete y media.

Lo mismo habíale ocurrido con otro cliente, un saladerista más exacto que un reloj y cuya palabra podía venderse al peso; es decir, lo del plantón repentino, que no hubo necesidad de pedir la razón a la fuerza, pues el hombre las dió tan justas y aceptables, que Rocchio se conformó y aun llegó a disculparse por haberle molestado tan temprano. ¡Otro reloj descompuesto que no marcaba la hora!

Dios, el mismo Dios ya no era para ella más que una idea fija, una manía, algo que se movía en su cerebro royéndolo, como un sonido de tic-tac, como el del insecto que late en las paredes y se llama el reloj de la muerte.

¡Pero qué maniática eres!... Yo creí que después de haberme oído, te convencerías de que mi razón está como un reloj y de que además me ha entrado un gran talento. ¿Qué has visto en que te parezca sospechoso? Nada absolutamente. Mis sentimientos son de paz; la última idea mala la tuve hace días; pero la arranqué y estoy limpio de ira y de odio.

Solamente se dio cuenta de su situación cuando al fin del mes se presentó la patrona en el cuarto a pedirle dinero; no lo tenía, porque ya no cobraba en la iglesia; fue necesario que llevase a empeñar el reloj de su padre para pagar la casa. Después se quedó otra vez tan tranquilo y siguió trabajando sin preocuparse de lo porvenir.

Si llega a hojear La divina comedia se ríe del conde Ugolino. Al oír que daban las tres en el reloj del despacho, púsose el gabán y salió.